La temporada vacacional no ha traído el esperado repunte en demanda de productos originarios del mar
CARLOS RUIZ/PORTAVOZ
En Tapachula, la venta de pescados y mariscos ha sufrido una drástica caída del 50 por ciento, a pesar de que los precios se han mantenido constantes. Este fenómeno revela un problema económico: mientras que los precios estables deberían, en teoría, estimular la compra, la realidad muestra una disminución significativa en la demanda.
Una comerciante del rubro, explicó que la reducción en las ventas no está relacionada con un aumento en los costos. La mojarra sigue en un precio entre 100 y 110 pesos por kilo, y el camarón oscila entre 180 y 200 pesos. Sin embargo, la inflación generalizada y el aumento en el costo de vida han reducido el poder adquisitivo de los consumidores, que ahora priorizan otros gastos.
La temporada vacacional, que impulsaba las ventas, ha sido particularmente dura este año. Los comerciantes, que anticiparon una baja demanda, han ajustado sus inventarios para minimizar pérdidas. Esta adaptación refleja un esfuerzo por sobrevivir en un entorno económico adverso, donde los patrones de consumo han cambiado de manera drástica.
El estancamiento en las ventas plantea preguntas sobre el impacto real de la inflación en los mercados locales. Si bien los precios de los mariscos se han mantenido, los consumidores parecen estar más cautos, posiblemente dirigiendo su gasto hacia necesidades básicas en lugar de lujos o productos no esenciales. Este cambio en el comportamiento del consumidor exhibe el profundo efecto de la inflación en los hábitos de compra.
A medida que los comerciantes ajustan sus estrategias y buscan formas de mitigar las pérdidas, la situación destaca la necesidad de una respuesta más amplia para apoyar a los sectores afectados por la inflación. La resiliencia del mercado local dependerá de la capacidad de adaptarse a estas nuevas condiciones económicas y encontrar formas de revitalizar la demanda en un panorama desafiante.