Este trágico suceso ha generado indignación y cuestionamientos sobre la calidad de atención en
el sistema de salud pública
ARGENIS ESQUIPULAS/PORTAVOZ
El pasado 29 de julio, un incidente de negligencia médica sacudió el Hospital General de Zona No.
2 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, cuando el cuerpo
de una recién nacida fue entregado a una funeraria para ser cremada sin percatarse que aún
contaba con signos vitales. Este trágico suceso ha generado indignación y cuestionamientos sobre
la calidad de atención en el sistema de salud pública.
Velky Jocabeth Espinosa, de 29 años y con 23 semanas de embarazo, ingresó al IMSS el lunes 29 de
julio debido a fuertes dolores en el vientre ocasionados por un parto prematuro y complicaciones
en la membrana. A pesar de la urgencia de su condición, Velky fue obligada a permanecer en los
pasillos del hospital, donde su situación se deterioró aún más cuando rompió aguas.
En lugar de ser trasladada a la sala de partos, el personal médico decidió mantenerla en los
pasillos, argumentando que aún no tenía la dilatación suficiente para ser atendida. Además, le
informaron que carecían de los medicamentos necesarios para su tratamiento, una situación que
incrementó la desesperación de la familia.
Fernando Guzmán, esposo de Velky Jocabeth, recibió la noticia de la falta de medicamentos por
parte del personal del IMSS, quienes le indicaron que debía salir a comprarlos por su cuenta en
una farmacia de la ciudad. Guzmán se apresuró a conseguir los medicamentos y los entregó al
personal para que pudieran atender a su esposa, quien continuaba soportando intensos dolores
sin recibir la atención adecuada.
Finalmente, en las primeras horas del martes 30 de julio, Velky fue trasladada a la sala de partos,
donde dio a luz a una niña. Sin embargo, tras el parto, la recién nacida fue retirada de los brazos
de su madre bajo el pretexto de ser limpiada y vestida, y desde entonces, Velky no volvió a ver a
su hija con vida.
Horas más tarde, a las 19:00 horas del mismo día, el personal del IMSS informó a la pareja que su
hija, a quien habían llamado Alecia Paulet Guzmán Espinosa, había fallecido. Sin mayores
explicaciones, entregaron un certificado de defunción a Fernando Guzmán, quien se vio en la
obligación de contratar una funeraria para la incineración del cuerpo de su hija.
Alrededor de las 23:30 horas, cuando el personal de la funeraria llegó al hospital para trasladar el
cuerpo, notaron que la bebé aún presentaba signos vitales. Ante esta situación, decidieron
regresar al hospital con la esperanza de que Alecia Paulet pudiera recibir atención médica.
Fernando Guzmán fue finalmente permitido ver a su hija a las 04:00 horas del 31 de julio, y se
encontró con la desgarradora imagen de su hija, moviéndose débilmente sobre una pequeña
camilla, sin estar conectada a una incubadora, oxígeno o suero, evidenciando la falta de atención
médica.
DENUNCIA Y RESPUESTA DEL IMSS
Pese a los intentos del padre por obtener ayuda para su hija, la situación se agravó cuando el
personal del IMSS informó, a las 10:00 horas del 31 de julio, que la bebé había fallecido.
Devastado, Fernando Guzmán presentó una denuncia ante la Fiscalía General del Estado (FGE)
contra quien o quienes resulten responsables de la negligencia médica que cobró la vida de su hija
y generó un sufrimiento indescriptible a la familia.
En respuesta al escándalo, el IMSS emitió un comunicado lamentando profundamente el
fallecimiento de la menor y asegurando que se solidarizan con los padres. Asimismo, anunciaron el
inicio de una investigación para esclarecer los hechos y determinar las responsabilidades
correspondientes.
Este trágico caso pone en entredicho las recientes declaraciones del director general del IMSS, Zoé
Robledo, quien en febrero pasado presumió las mejoras realizadas en el Hospital General de Zona
No. 2, incluyendo una inversión de 25 millones de pesos en remodelaciones y tres millones
adicionales en equipamiento.
La muerte de Alecia Paulet Guzmán Espinosa es un crudo recordatorio de las graves deficiencias
que aún persisten en la atención médica del IMSS y de la urgencia de implementar medidas para
garantizar que ningún otro paciente tenga que pasar por una tragedia similar. La sociedad espera
que las autoridades actúen con firmeza para que se haga justicia en este lamentable caso.
OTRO CASO OCURRIÓ EL PASADO MES DE MAYO DEL 2024
En la clínica del IMSS en Ocosingo, Este municipio, donde las opciones de atención médica son
limitadas, se ha visto envuelto en una serie de incidentes preocupantes que exponen la falta de
supervisión y el peligro que enfrentan los pacientes, especialmente los más vulnerables.
Uno de los casos más recientes que ha salido a la luz ocurrió el pasado 8 de mayo, y ha generado
indignación y alarma entre la comunidad. Se trata de Blanca Estela “N”, una mujer que confió su
embarazo a la atención de la clínica del IMSS en Ocosingo. Desde el inicio de su gestación, Blanca
Estela acudió puntualmente a sus consultas para el control prenatal, con la esperanza de recibir el
cuidado necesario para el bienestar de su bebé y el suyo propio. Sin embargo, lo que se perfilaba
como un proceso normal y seguro, terminó en tragedia debido a lo que muchos consideran una
flagrante negligencia médica.
El pasado 6 de mayo, Blanca Estela comenzó a sentir los dolores propios del trabajo de parto y,
preocupada, se dirigió de inmediato a la clínica del IMSS para ser atendida. A su llegada, fue
recibida por el doctor Félix Arévalo, quien le indicó que debía esperar debido a la gran cantidad de
pacientes que había en ese momento. Sin opción alguna, Blanca Estela esperó durante varias
horas en un estado de creciente ansiedad y dolor.
Fue hasta las siete de la noche que finalmente fue programada para una cesárea. Antes de
proceder con la operación, el doctor Arévalo intentó inducir un parto natural, a pesar de que la
madre había informado anteriormente que el bebé tenía el cordón umbilical enrollado alrededor
de su cuello, una condición que requería una cesárea urgente. A pesar de las advertencias de
Blanca Estela, el doctor decidió continuar con un procedimiento que no solo era riesgoso, sino
potencialmente letal para el bebé.
Lo que ocurrió a continuación ha sido descrito por Blanca Estela como un acto de brutalidad.
Según su relato, el doctor Arévalo le propinó varios golpes en el estómago con la intención de
“facilitar” la salida del bebé. Estos actos, lejos de cumplir su supuesto propósito, resultaron en la
pérdida de la vida del recién nacido. Blanca Estela sostiene que su bebé nació muerto a causa de
los golpes que recibió en el vientre.
La tragedia se vio agravada por la forma en que las autoridades de la clínica manejaron la
situación. Según Blanca Estela, los doctores le aseguraron que el bebé había muerto debido a que
el cordón umbilical lo había asfixiado, un argumento que, según la madre, es absolutamente falso.
Peor aún, el personal de la clínica la presionó para que no presentara una denuncia, advirtiéndole
que podrían haber “consecuencias” si lo hacía. Este tipo de intimidación, particularmente dirigida
a personas de escasos recursos, refleja un preocupante patrón de abuso de poder y falta de ética
profesional.
Este no es un incidente aislado en la clínica del IMSS de Ocosingo. En las últimas semanas, se ha
informado de otros casos que han puesto en duda la calidad de atención y la ética del personal
médico en esta institución. Por ejemplo, hace poco se dio a conocer el caso de un hombre que
acudió al Hospital 20 Camas con una grave lesión en el pie. En lugar de recibir la atención
adecuada, fue obligado a pagar 30 mil pesos para ser atendido en una clínica particular. En otro
caso, una mujer fue operada en una clínica particular y terminó con problemas de salud debido a
la supuesta mala praxis durante la cirugía.
Estos incidentes han generado un creciente malestar entre la población de Ocosingo, quienes se
preguntan qué está ocurriendo con el IMSS y por qué no se ven reflejados los cambios prometidos
a nivel federal. La comunidad señala que el personal que trabaja en el IMSS de Ocosingo es el
mismo que opera en el Hospital 20 Camas y en otras clínicas particulares de la región, lo que
sugiere una falta de personal capacitado y, en muchos casos, una preocupante falta de
compromiso con la salud de los pacientes.
La situación en Ocosingo ha alcanzado un punto crítico. Urge una revisión exhaustiva del personal
médico y administrativo de las instituciones de salud en el municipio. Es necesario un cambio en la
directiva y en los protocolos de atención para garantizar que los pacientes reciban un trato
humano y profesional. La repetición de estos incidentes pone en evidencia que el problema no
radica únicamente en la falta de recursos, sino en una profunda crisis de ética y responsabilidad en
el ejercicio de la medicina en la región.
La comunidad de Ocosingo, enfrentada a una situación desesperante, exige respuestas y acciones
concretas. La vida de los pacientes no puede seguir estando a merced de un sistema de salud que
parece haber olvidado su misión fundamental: proteger y salvar vidas. Los ciudadanos claman por
justicia para Blanca Estela y su bebé, y por todas aquellas personas que han sufrido en silencio las
consecuencias de una atención médica deficiente y deshumanizada.
Este es un llamado urgente a las autoridades de salud a nivel estatal y federal para que tomen
cartas en el asunto y no permitan que este tipo de negligencias queden impunes.