Roberto Chanona
Anoche tuve un sueño: llegó un emisario en altas horas de la noche a la casa, conocía mi nombre, mis gustos, mis viajes; me advirtió que me estaban esperando en Isla Concepción. Que allá, había dejado ciertas promesas inconclusas, ciertas páginas en blanco y que la gente se preguntaba, dónde me había escondido…
Agobiado desperté sudando… Hace años había visitado con mis amigos este paraíso de la Costa de Chiapas. Me levanté, vi el reloj y eran las tres de la mañana. Entonces me senté con mis recuerdos a la orilla del estero; santuario de aves, casa del jaguar, del venado, del peje lagarto; también fue la casa de doña Esther, que corría con su escoba a los jaguares; una mujer que tuvo 12 hijos y que ahora son sus descendientes los que atienden este refugio en la Reserva de La Encrucijada.
Don Miguel Álvarez del Toro nos platica: “… decir isla puede inducir al lector a un concepto equivocado porque en la Costa de Chiapas no existe ninguna isla, más bien es una interminable sucesión de extensos manguares, esteros, canales y pantanos que durante la época de lluvias quedan inundados, librándose únicamente las partes más altas, que reciben el nombre de islas”.
Así pues, una mañana, tomamos la lancha muy temprano y navegamos cerca de dos horas por el estero hasta la desembocadura del río Huixtla. Luego, remontamos por el río y al fin, después de pajarear por un buen rato, pudimos ver a la famosa garza Cándida. Garza que tanto le gustaba a don Miguel y que nos platica en su libro Así Era Chiapas.
Esta garza, actualmente es el ave emblemática de la Reserva de la Biósfera La Encrucijada; también es un indicador biológico de la buena salud del manglar que es su hábitat. Y es el premio mayor para los fotógrafos que visitan este santuario.
También es la casa del mangle, árboles de casi 35 metros de altura. Son los manglares más altos del continente americano, formando una gran muralla que protege el litoraldel mar y son los desarrolladores del trópico septentrional. Navegamos por los canales y pudimos apreciar a estos gigantes; se levantan de las aguas con sus raíces de dos o tres metros de altura y se elevan hacia el cielo.
Según los biólogos, esta reserva cuenta con una vegetación subacuática, vegetación de dunas costeras y palmerales y muchas especies que sería largo mencionar. También es el refugio de la tortuga laúd, verde, carey y golfina. Y otras de agua dulce como la casquito amarillo y la negra.
Al caer la noche, salimos a linterniar a los cocodrilos. Los puedes identificar por los ojitos rojos que brillan en los huecos a la orilla del estero. Recorrimos muy despacio no más de 100 metros y logramos distinguir alrededor de 18 pares de ojitos rojos, lo cual es una población preocupante.
Y digo preocupante, porque al ser una zona protegida, ha permitido que los cocodrilos se reproduzcan de tal forma que ya son una amenaza. Cuando llegamos al refugio, mesorprendió ver a un niño jugando sin un brazo; luego meplaticaron que fue un cocodrilo que se lo había arrancado.También escuché conversaciones de los lugareños que sabían de personas que iban en sus cayucos y estos reptiles subacuáticos los habían derribado.
Así pues, es importante que las autoridades de la reserva tomen medidas para que no se reproduzcan a tal grato, quepongan en peligro a la población circundante. Ya vimos a“un viejazo” que llegó hasta Boca del Cielo y puso en jaque a la población por un tiempo hasta que los lugareños lo pescaron.
Por otra parte, es preciso recordar que nuestra civilización mesoamericana comenzó en esta región en los años 3500 a. C. en un lugar llamado Conchales. Pueblos nómadas que llegaron a estas costas y se asentaban por temporadas gracias a su riqueza natural. Posteriormente, del 1800 al 1000 a. C. se establecieron Los Mokayas (gente del maíz) en un lugar llamado El Paso de la Amada. Esta es la sede más antigua del juego de pelota mesoamericano, marcando el final del período Arcaico y el inicio del período Preclásico Mesoamericano con la llegada de los Olmecas a este paraíso.
Isla Concepción es un paseo obligado para aquellos chiapanecos que les guste la aventura. También para turistas de otras latitudes que quieran conocer una de tantas maravillas que tenemos en Chiapas. Y para aquellas personas que no les gusta ver visiones, les recomiendo mejor no salir de casa y menos de noche.
Para terminar, me gustaría repetir las palabras de don Miguel Álvarez del Toro que son siempre muy acertadas: “en casi 30 años de conocer esta región de Las Palmas, Sacapulco, El Manguito y Río Arriba, nunca he comprendido cómo tanta belleza ha sido desperdiciada por la industria turística, permaneciendo punto menos que ignorada. Es una zona llena de esteros, amplios canales y lagunas… De hecho, se podría uno embarcar en Boca del Cielo y llegar hasta Mazatán, quizá hasta Tapachula”.