El deterioro de los caminos y la pobreza extrema impiden a habitantes rurales acceder a servicios médicos esenciales
IVÁN LÓPEZ/PORTAVOZ
La crisis de salud en las zonas rurales de Tapachula ha alcanzado un punto crítico, con el 60 por ciento de las casas de salud inoperativas debido a la falta de personal médico y recursos esenciales. Este abandono no solo refleja la indiferencia de las autoridades, sino que también pone en riesgo la vida de los campesinos, quienes ya enfrentan condiciones de vida extremadamente precarias.
El representante de los cafeticultores de “El Progreso de Chiapas”, Marco Antonio Suárez Vargas, denunció la situación, al destacar que la ausencia de servicios de salud en estas áreas deja a los habitantes en un estado de vulnerabilidad. Enfermedades como el dengue, comunes en estas regiones, no encuentran tratamiento oportuno, y los habitantes se ven obligados a trasladarse a la cabecera municipal, un viaje que a menudo es imposible debido a la falta de caminos transitables y los costos asociados.
Este escenario pone de relieve una desconexión alarmante entre las políticas públicas y necesidades reales de la población rural. La falta de atención médica básica no solo es un problema de salud pública, sino también un claro indicador de las desigualdades que persisten en la distribución de recursos. Mientras que en las zonas urbanas se pueden encontrar clínicas y hospitales, en el campo la situación es de total abandono.
El impacto de esta crisis es devastador: familias que ya enfrentan pobreza extrema se ven forzadas a decidir entre gastar lo poco que tienen en transporte y medicamentos, o dejar que las enfermedades sigan su curso. Esta realidad exhibe la necesidad de una intervención gubernamental que no solo proporcione recursos, sino que también desarrolle infraestructuras y estrategias a largo plazo para asegurar que ninguna comunidad quede desatendida.
La situación en Tapachula es un llamado de atención para que las autoridades actúen de inmediato, aborden no solo la falta de personal y recursos en las casas de salud, sino también las condiciones de vida de los habitantes rurales que dependen de ellas.
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Dicha situación es un claro indicador de las desigualdades que persisten en cuanto a distribuir recursos