La percepción de inseguridad en Chiapas se mantiene alta, impulsada por ausencia en quejas e ineficacia por autoridades
CARLOS RUIZ/PORTAVOZ
La realidad de la inseguridad en el estado va más allá de las cifras oficiales. Aunque la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE) 2024 muestra que la entidad tiene una de las tasas más bajas de victimización a nivel nacional, la extorsión y el fraude siguen siendo dos de los delitos más recurrentes. Lo preocupante es que el 95 por ciento de estos casos nunca se denuncian, esto crea un vacío en la justicia y perpetua la desconfianza hacia las autoridades.
La cifra negra en Chiapas mostró una problemática profunda: la falta de denuncias no es solo un dato estadístico, sino el reflejo de un sistema que los ciudadanos perciben como ineficaz. El hecho de que solo el 17.2 por ciento de los delitos denunciados obtengan una resolución favorable refuerza esta percepción, lo que debilita la confianza pública en las instituciones encargadas de la seguridad y el orden.
Fraude y extorsión, los delitos más comunes en la región, son también los que más se quedan en el silencio. Con más del 95 por ciento de estos crímenes sin ser denunciados, el sistema de justicia en la entidad funciona en gran parte a ciegas. La negativa a denunciar está ligada al miedo a represalias y a la falta de confianza en que las autoridades actúen de manera efectiva. Este ciclo vicioso de crímenes sin respuesta efectiva da espacio a que la criminalidad siga latente y crezca.
El bajo índice de denuncias genera una percepción distorsionada sobre la inseguridad en el estado. Mientras las estadísticas oficiales indican una menor prevalencia delictiva, la realidad que viven muchos chiapanecos es diferente. El miedo, la desconfianza y la sensación de abandono por parte de las autoridades provocan que la extorsión y el fraude sigan siendo parte del día a día.
A pesar de la baja tasa de victimización que reporta el territorio, la población sigue percibiendo su entorno como inseguro. Caminar por el vecindario en la noche sigue siendo un reto para muchos, una muestra de que la seguridad no puede medirse solo con cifras.