Con más de 22 mil productores en riesgo, proponen incrementar los apoyos económicos otorgados al Estado
IVÁN LÓPEZ/PORTAVOZ
La caficultura en Chiapas enfrenta una crisis alarmante, y los campesinos de la región Costa, Soconusco y Sierra han decidido alzar la voz. El líder de la asociación regional de café, Indalecio Flores Bahamaca, destacó que el abandono de esta actividad durante los últimos seis años ha llevado a un estado de incertidumbre para alrededor de 22 mil productores. La caída en la producción y los precios del café ha generado un ambiente de desesperación en un sector vital para la economía local.
El cambio climático, en especial la sequía, agrava esta problemática, mientras que el apoyo gubernamental es insuficiente. La Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER) ofrece apenas seis mil pesos por productor, una cantidad que no cubre las necesidades básicas para la operación de sus cultivos. “Es hora de que las autoridades volteen a ver a la caficultura, un pilar de nuestra economía”, señaló Flores Bahamaca, quien reclamó atención urgente.
Los campesinos han propuesto un apoyo de 10 mil pesos por hectárea al año, lo que podría ayudar a revitalizar el sector y permitir que los productores mantengan sus cultivos sin caer en deudas. Esta situación ha llevado a complicaciones financieras, lo que no solo compromete su sustento, sino también el de sus familias y comunidades.
La falta de acciones efectivas por parte del Gobierno ha creado un ciclo de precariedad que amenaza con desmantelar la industria cafetalera en la región. Sin una respuesta adecuada, la caficultura chiapaneca podría perder su relevancia cultural y económica, el cual afectaría a miles de familias que dependen de esta actividad.
En un contexto donde la producción de café es vital para la identidad y la economía de Chiapas, los campesinos hacen un llamado urgente. Si no se implementan medidas adecuadas, el futuro del café en la región corre un serio riesgo, y con él, la subsistencia de las comunidades que han cultivado el grano durante generaciones. La colaboración entre el Gobierno y los productores es esencial para revertir esta tendencia y garantizar un futuro sostenible.