La exposición a contaminantes ha causado una alta tasa de muertes por enfermedades respiratoria
CARLOS RUIZ/PORTAVOZ
En Chiapas, el uso de leña como principal fuente de energía en los hogares sigue siendo una práctica común que, lejos de ser una solución sostenible, plantea serios riesgos para la salud. Con un 42.5 por ciento de los hogares dependientes de este método, la exposición constante a los contaminantes generados durante la quema de leña ha convertido a este estado en uno de los más afectados por enfermedades respiratorias relacionadas con la calidad del aire interior.
El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) señaló que Chiapas, junto con Guerrero y Oaxaca, está entre las entidades con mayor dependencia de leña y carbón para cocinar. Esta dependencia no solo afecta a la salud de quienes la practican, sino que también ha generado una crisis ambiental en la región. La quema de leña produce altos niveles de partículas suspendidas, exponiendo a las familias a contaminantes que superan en más de 100 veces los estándares permitidos para la contaminación exterior.
Las condiciones socioeconómicas de muchas familias rurales hacen que alternativas más limpias, como las estufas de gas, sean inaccesibles. Este ciclo de pobreza energética alimenta la crisis de salud pública, dado que a nivel estatal se registraron 22.5 muertes por cada 100 mil habitantes, una cifra alarmante relacionada con la exposición al humo en espacios cerrados.
La contaminación del aire interior afecta a mujeres y niños, quienes pasan más tiempo en los hogares y cerca de los fogones. Esta vulnerabilidad, ligada a la práctica diaria de cocinar con leña, revela una injusticia ambiental que debe ser atendida. Es necesario que las políticas energéticas pongan un mayor énfasis en soluciones accesibles y culturalmente apropiadas para estas comunidades.
La entidad enfrenta un reto urgente: transformar las condiciones que perpetúan la dependencia de la leña sin dejar de lado la realidad cultural y económica de su población. Mientras no se priorice una transición energética justa, la salud de miles seguirá en riesgo.