Comunidades semivacías y temor constante de ataques inminentes es como viven en dicha
demarcación territorial
CARLOS RUIZ/PORTAVOZ
El horror y la violencia estallaron en el ejido Nueva Morelia, Chicomuselo, Chiapas, el pasado 4 de
enero, presuntos integrantes de cárteles rivales se enfrentaron, lo que dejó un saldo devastador
de más de 20 personas muertas, incluyendo dos civiles inocentes.
Esta región ha sido campo de batalla entre ambos cárteles durante más de dos años, porque
disputan el control de la zona. Los lugareños han señalado la extracción ilegal de minerales bajo
trabajo forzado en el ejido Nueva Morelia, una actividad ilegal que genera preocupación y
denuncias a través de organizaciones sociales.
Los residentes, acosados, reclutados a la fuerza, víctimas de desplazamientos y desapariciones,
vieron el 4 de enero un nuevo estallido de violencia que los sumió en el pánico. El enfrentamiento,
que duró más de siete horas, obligó a cientos de familias a huir de sus hogares, escondiéndose en
las montañas en busca de seguridad.
El comunicado emitido por organizaciones sociales tres días después de los hechos relata el horror
vivido por las comunidades. Se destaca la falta de acción por parte de las fuerzas de seguridad,
porque según los habitantes, militares presentes en la zona se retiraron al comenzar los
enfrentamientos.
La sociedad civil expresó su indignación ante la pasividad de las autoridades, responsabilizaron a
los grupos delictivos por mantener la cabecera municipal bajo su control y utilizar a la población
como escudo humano. Han pedido una intervención inmediata a las autoridades para que
constaten la violencia y el terror que sufren día a día.
Esta angustiosa petición de ayuda se extiende al ámbito internacional, con la esperanza de que la
solidaridad global permita visibilizar la violencia desatada en Chiapas. Los residentes, víctimas de
la violencia y la intimidación, describen la situación como una lucha por la supervivencia.
La tragedia en Chicomuselo no es un caso aislado, porque municipios aledaños como Frontera
Comalapa y La Grandeza enfrentan situaciones similares. El llamado de auxilio de estas
comunidades se funde con la urgencia de poner fin a la violencia despiadada que ha arrasado vidas
inocentes y ha sumido a la región en un estado de miedo perpetuo.