José Luis Castillejos
La estrategia del presidente de El Salvador, Nayib Bukele, podría aplicarse a la lucha contra el narcotráfico en México. Ambos países enfrentan problemáticas similares, pero el contexto mexicano es más complejo debido a la magnitud de sus organizaciones criminales.
En México operan al menos 150 grupos delictivos, entre ellos el Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG). Estos cárteles controlan el tráfico de drogas no solo en México, sino también en más de 50 países, lo que convierte al narcotráfico en una red difícil de combatir.
Además del tráfico de drogas, los cárteles están involucrados en extorsión, secuestro y tráfico de personas. Su diversificación les ha permitido mantener su poder pese a los esfuerzos del Gobierno, generando no solo violencia, sino también descomposición social.
El impacto económico del narcotráfico es devastador. En 2023, se estimó que el costo del crimen organizado fue de 21.1 mil millones de pesos, incluyendo seguridad, daños a infraestructuras y pérdida de inversiones. El narcotráfico sigue siendo un motor económico clandestino en zonas donde la violencia predomina.
El tráfico de fentanilo es una de las actividades más lucrativas. Entre 2016 y 2022, el volumen de fentanilo incautado en México creció 192 veces. Los cárteles han adaptado sus operaciones a la creciente demanda internacional, especialmente en Estados Unidos, donde las muertes por sobredosis de fentanilo han aumentado significativamente.
En 2021, la rivalidad entre el CJNG y el Cártel de Sinaloa provocó cuatro mil 890 muertes, lo que representó el 26por ciento de las muertes relacionadas con el narcotráfico. La violencia afecta tanto a los involucrados en el tráfico como a miles de civiles atrapados en las zonas controladas por los cárteles.
El fentanilo, debido a su bajo costo y alta rentabilidad, se mezcla con otras drogas, exacerbando la crisis de salud pública en México y Estados Unidos. En 2022, las muertes por sobredosis de fentanilo representaron el 67 por cientode las 108 mil muertes por sobredosis en EE. UU.
Además de la violencia, el narcotráfico tiene una enorme capacidad de reclutamiento. Cientos de miles de personas están involucradas directa o indirectamente en la producción y distribución de drogas. La falta de oportunidades económicas y la impunidad llevan a muchos a unirse a las filas del crimen organizado.
A pesar de los esfuerzos gubernamentales, los cárteles han demostrado resiliencia. Las capturas importantes logradas por el Ejército y la Marina no han sido suficientes para desmantelar las estructuras criminales, y las fracturas internas dentro de los cárteles solo generan más violencia.
La estrategia de Bukele, basada en medidas de fuerza como el despliegue masivo de seguridad y la construcción de mega cárceles, ha reducido la violencia en El Salvador. Sin embargo, replicar ese modelo en México no es tan simple debido a la mayor complejidad del país.
México enfrenta un reto mayor debido a su cercanía con Estados Unidos, el mayor consumidor de drogas. La colaboración binacional será esencial para frenar el flujo de drogas y armas. Un enfoque integral que incluya la reducción de la demanda y el desmantelamiento de las estructuras criminales es fundamental.
Finalmente, la “bukelización” de México no solo requiere medidas de fuerza, sino también una reforma judicial profunda y alternativas económicas para las comunidades afectadas por el narcotráfico.