La situación de inseguridad provocó que muchas actividades cotidianas quedaran suspendidas
ARGENIS ESQUIPULAS/PORTAVOZ
La tranquilidad de la zona rural y la cabecera municipal de Villaflores, Chiapas, se vio interrumpida este miércoles por un intenso enfrentamiento entre grupos criminales que dejó un rastro de temor y caos en la comunidad. El choque armado, que se extendió desde la comunidad de Tumbalá, en Villa Corzo, hasta diversos puntos de Villaflores, provocó la intervención inmediata de elementos de la Guardia Nacional (GN) y del Ejército Mexicano.
El conflicto inició en las primeras horas del miércoles en la comunidad rural de Tumbalá, municipio de Villa Corzo, a unos 130 kilómetros de Tuxtla Gutiérrez, la capital del estado. Según informaron lugareños y autoridades locales, el enfrentamiento entre grupos criminales se tornó violento rápidamente, con intercambios de disparos que obligaron a los habitantes a buscar refugio en sus hogares. Las organizaciones criminales, en su avance, tomaron rumbo hacia Villaflores, en donde continuaron sus hostilidades, impactando significativamente a la población civil.
Al llegar a Villaflores, los grupos armados se enfrentaron en múltiples puntos, generando un ambiente de tensión extrema en esta cabecera municipal. Testigos relataron que los enfrentamientos se produjeron en diversas calles y una plaza comercial, dejando varios vehículos dañados por impactos de bala. El eco de las detonaciones de armas de fuego provocó pánico entre los habitantes, que se apresuraron a buscar refugio ante la incertidumbre de la situación.
Directivos de planteles escolares tomaron la decisión de contactar a los padres de familia para solicitar que acudieran de inmediato por sus hijos y los resguardaran en sus hogares. Los estudiantes del turno vespertino fueron informados de que no asistieran a clases, medida que también fue adoptada por varias oficinas gubernamentales y comercios locales, que cerraron sus puertas en un intento por evitar posibles daños o pérdidas humanas.
La gravedad del enfrentamiento obligó a la movilización de elementos de la Guardia Nacional y del Ejército Mexicano, quienes recorrieron las calles de Villaflores intentando contener la violencia desatada. Unidades de la GN se desplegaron rápidamente hacia los lugares donde se encontraban los criminales, mientras que el Ejército recorrió puntos estratégicos de la cabecera municipal en busca de los responsables.
El enfrentamiento, que se prolongó durante varias horas, generó una atmósfera de tensión y miedo entre la población local. “Nunca había visto algo así, los disparos no paraban, no sabíamos dónde refugiarnos”, expresó una residente de Villaflores, quien prefirió no dar su nombre por razones de seguridad.
En medio del caos, un hombre que se encontraba en una oficina en el centro de Villaflores fue alcanzado por una bala en la espalda. Según testigos, los disparos comenzaron a resonar cerca del mediodía, y aunque muchos intentaron protegerse, no todos tuvieron la misma suerte. Paramédicos locales acudieron al lugar para brindar atención inmediata y trasladaron al herido a un hospital regional, donde permanece bajo observación médica. Hasta el momento, no se han dado a conocer más detalles sobre su estado de salud.
Además del herido, varios vehículos estacionados en la plaza comercial resultaron con daños considerables debido a los impactos de bala. Las autoridades locales aún no han ofrecido un recuento oficial de los daños materiales ni del número de personas afectadas por estos eventos.
La violencia en Villaflores generó una reacción inmediata en la comunidad. Las calles, que usualmente están llenas de actividad, rápidamente se vaciaron mientras los negocios cerraban sus puertas y las familias se resguardaban en sus hogares. “No es seguro salir; estamos en medio de una guerra”, afirmó un comerciante local que decidió cerrar su tienda tan pronto como escuchó las primeras detonaciones.
La situación de inseguridad provocó que muchas actividades cotidianas quedaran suspendidas. Las autoridades educativas tomaron medidas preventivas al cerrar los planteles escolares, mientras que el temor se apoderó de los habitantes. La policía local, por su parte, colaboró con las fuerzas federales para patrullar la zona y garantizar la seguridad de los civiles que aún permanecían en las calles.
El enfrentamiento en Villaflores y Villa Corzo se enmarca en una creciente ola de violencia en la región. Chiapas, un estado conocido por su riqueza cultural y biodiversidad, ha visto un incremento en la actividad de grupos delictivos en los últimos años, lo que ha derivado en enfrentamientos armados, desplazamientos forzados y una creciente sensación de inseguridad entre sus habitantes.
Las comunidades rurales, en particular, han sufrido las consecuencias de esta violencia. El temor a ser atrapado en medio de un conflicto ha llevado a muchos a limitar sus actividades cotidianas y a vivir en constante alerta. Organizaciones civiles y defensores de derechos humanos han denunciado que la situación es insostenible y han exigido una mayor presencia de las fuerzas de seguridad en las zonas más afectadas.
Mientras tanto, las familias de Villaflores y Villa Corzo intentan recuperar un sentido de normalidad tras la jornada de violencia. Las autoridades locales han prometido intensificar las medidas de seguridad para proteger a la población, pero muchos residentes aún temen que los enfrentamientos puedan resurgir en cualquier momento.
Ante la escalada de violencia, el clamor de la comunidad es claro: paz y seguridad para poder vivir sin miedo. “Queremos vivir tranquilos, sin temer por nuestras vidas cada día”, concluyó un habitante de Villaflores, quien espera que la presencia de las fuerzas de seguridad traiga un alivio duradero a su comunidad.
Los disparos de armas de fuego, que resonaron durante varios minutos, obligaron a las personas que se encontraban en un supermercado a tirarse al suelo para protegerse. El número exacto de víctimas mortales y detenidos aún no ha sido confirmado, pero las imágenes y reportes preliminares revelan un escenario desolador.
El enfrentamiento, vinculado a la disputa entre grupos del crimen organizado, se extendió por diversas áreas de la ciudad, resultando en vehículos con impactos de bala y algunos vehículos calcinados. Los civiles que quedaron atrapados en el fuego cruzado recibieron atención médica tras ser alcanzados por los proyectiles. Las imágenes que han circulado en redes sociales muestran la magnitud del caos, con numerosos vehículos y edificios afectados por la violencia.
Las autoridades locales aún no han brindado una cifra oficial de heridos o fallecidos, y la población se mantiene en un estado de alerta. Muchos residentes intentaron documentar los altercados con sus teléfonos, mientras que otros se enfrentan al miedo y la incertidumbre sobre la situación. Las instituciones educativas de la región, como el Colegio Osorio Coutiño, emitieron circulares a los padres de familia para mantener la calma y evitar la exposición de los alumnos. La comunicación del colegio pedía a los padres que esperaran indicaciones antes de retirar a sus hijos, manteniéndolos dentro de las instalaciones por seguridad.
Los reportes indican que helicópteros de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) sobrevolaron la zona durante el enfrentamiento, lo que intensificó la sensación de crisis entre los habitantes. Una madre de familia, quien se encontraba cerca de la Plaza de las Flores en el momento del intercambio de balazos, expresó su angustia: “Me sentía muy mal, temblorosa, apenas pude ir por mis hijos. Hay muertos, heridos, el desmadre fue en toda la ciudad. Qué tristeza”.
La violencia también se extendió a áreas cercanas, con informes de que el enfrentamiento llegó hasta el vecino municipio de Villa Corzo. Sin embargo, esta información aún está en proceso de confirmación. En Villaflores, la calma tensa persiste mientras se espera que los enfrentamientos puedan recrudecerse en cualquier momento.
La situación en Villaflores ha sido particularmente preocupante en las últimas semanas. El 21 de agosto, el periodista Ariel Grajales Rodas fue atacado a balazos en su hogar, y su estado de salud sigue siendo delicado. Además, Dalia Villatoro, otra periodista local, recibió una amenaza de muerte de un grupo delictivo a través de una cartulina dejada en la entrada de su domicilio. Estos incidentes destacan la creciente peligrosidad y la falta de seguridad en la región, lo que agrava aún más la crisis que vive la localidad.
Mientras tanto, la comunidad de Villaflores y los residentes cercanos permanecen en estado de alerta, esperando que las autoridades logren controlar la situación y restablecer la paz en la región.