El auge de las máquinas computarizadas, crea una competencia desleal para quienes trabajan
mediante métodos manuales
IVÁN LÓPEZ/PORTAVOZ
FOTO: JACOB GARCÍA
En Chiapas, las artesanas de Los Altos, conocidas por su maestría en el bordado a mano, están
viendo cómo su oficio se ve amenazado por las máquinas computarizadas, que producen en masa
a un ritmo acelerado. Esta tecnología, capaz de generar hasta 100 prendas por semana, se está
imponiendo sobre el trabajo manual, que de manera tradicional solo produce una prenda
semanal.
Las artesanas locales, que han perfeccionado sus habilidades a lo largo de años, ahora deben
competir con precios más bajos y una producción mucho más rápida. Mientras que las máquinas
computarizadas ofrecen precios accesibles y una producción en serie, las piezas elaboradas a
mano siguen siendo valoradas por su singularidad y calidad, pero enfrentan dificultades para
mantener su relevancia en el mercado. Esta competencia desleal erosiona el valor del trabajo
manual.
El impacto de esta competencia se extiende más allá de los números. En la comunidad de Jech
Chentic, cerca del 80 por ciento de las mujeres están dedicadas al bordado. La llegada de las
máquinas ha provocado que muchas de ellas se vean obligadas a adaptarse y a incorporar técnicas
nuevas para sobrevivir en un mercado cada vez más dominado por la automatización. Esta
adaptación, sin embargo, no ha sido suficiente para igualar la velocidad de producción de las
máquinas computarizadas.
Para enfrentar esta amenaza, las artesanas han intensificado su presencia en exposiciones y ferias,
donde educan a los compradores sobre la diferencia entre las artesanías auténticas y las
producidas en serie. Este esfuerzo por resaltar la autenticidad y el valor del trabajo manual busca
no solo atraer a los clientes conscientes de la calidad, sino también preservar una tradición
cultural que corre el riesgo de ser desplazada por la tecnología.
La situación en Chiapas refleja un dilema más amplio: la tensión entre la preservación de las
tradiciones culturales y la presión de la modernidad. Las artesanas luchan por mantener su arte y
su identidad en un mercado que cambia con rapidez. Esta batalla subraya la necesidad de valorar y
proteger las tradiciones artesanales, incluso mientras el avance tecnológico redefine los
estándares del mercado.