Con pérdidas que superan los 10 millones de dólares, productores critican la inacción por
autoridades
IVÁN LÓPEZ/PORTAVOZ
La crisis agrícola en la región del Soconusco, se agudiza a medida que los campesinos se sienten
atrapados en un ciclo de promesas incumplidas. La reciente declaratoria de desastre, que
pretendía ser un salvavidas tras las devastadoras lluvias de junio, ha demostrado ser ineficiente. A
más de dos meses de la declaración, los apoyos económicos brillan por su ausencia, lo que deja a
miles de familias en una situación crítica.
Más de 10 mil hectáreas de cultivos, incluyendo plátano y maíz, fueron arrasadas, lo que significa
no solo pérdidas económicas que superan los 10 millones de dólares, sino también la destrucción
de un estilo de vida. La inacción del Gobierno ante esta catástrofe no solo afecta los bolsillos de los
agricultores, sino que amenaza la seguridad alimentaria de la región.
La frustración de los campesinos no se limita a la falta de apoyo financiero. También se extiende a
la infraestructura agrícola vital. Caminos, drenajes y canales de riego se encuentran en estado
crítico, y la negligencia gubernamental en estos aspectos pone en riesgo el ciclo agrícola venidero.
La reconstrucción no solo debe centrarse en los cultivos, sino también en restablecer las bases que
sustentan la actividad agrícola.
El descontento es palpable. Los productores consideran que el Gobierno ha utilizado la
declaratoria de desastre como una herramienta política para ganar tiempo, mientras ellos
enfrentan las consecuencias de la crisis. Esta situación pone de manifiesto la necesidad de un
cambio radical en la forma en que se gestionan las emergencias en el campo. Los campesinos
reclaman no solo asistencia inmediata, sino también un enfoque a largo plazo que garantice la
sostenibilidad de sus actividades.
Para enfrentar esta crisis, es imperativo que las autoridades actúen con transparencia. Los
campesinos del Soconusco merecen una respuesta contundente que no solo atienda las pérdidas
inmediatas, sino que también establezca un modelo de resiliencia agrícola. Sin un compromiso real
por parte del Gobierno, la esperanza de recuperación se desvanece, lo que dejaría o a una
comunidad en la lucha por su futuro y el de su tierra.