Valente Molina
DESCOLONIZAR EL 12 DE OCTUBRE
Hoy, con más legitimidad en México, es posible exaltar el 12 de octubre como un reconocimiento a los grupos indígenas originarios que resistieron la invasión, exclusión y explotación colonialista por cuatro siglos.
A partir de la publicación en el Diario Oficial de la Federación (noviembre 2020), del decreto que instituye el 12 de octubre como el ‘Día de la nación pluricultural’, se busca “motivar el conocimiento, reconocimiento, valoración y promoción de la riqueza multicultural, pluriétnica y multilingüe que caracteriza a México.
Ha quedado atrás el mal llamado “Día de la Raza”, instituido en 1928 por José Vasconcelos, con intenciones nacionalistas de un presunto orgullo centrado en el mestizaje que mostrara el sincretismo cultural, so pretexto del encuentro de los dos continentes, pero con una invisibilizada presencia del indígena, que fue borrado de la historia y de la noción de patria.
En Chiapas, hubo acciones primigenias de descolonización, concepto entendido como la condición necesaria para afrontar las transformaciones que posibiliten construir modelos propios, acordes a la realidad histórica local. Hay que recordar aquel 12 de octubre de 1992, cuando un grupo de indígenas (después identificados como zapatistas) realizó una marcha en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, y derribaron la estatua de Diego de Mazariegos, frente a la iglesia de Santo Domingo. Miles de personas marcharon por los 500 años de resistencia indígena y popular, y protestar por la represión que prevalecía.
Estas acciones empezaron a borrar cualquier intento de celebración o conmemoración en esa fecha, y configuraron un importante antecedente, que años más tarde se discutiría en los Diálogos de San Andrés Larrainzar (1996) y se plasmaría en la Ley de Derechos y Cultura Indígenas.
Por lo tanto, en Chiapas la descolonización como una propuesta teórica de visibilizar las estructuras desiguales de poder existentes en nuestras sociedades, ha sido una constante. Y como afirma el filósofo peruano Aníbal Quijano, “..la raza sigue operando como factor de poder, como sucedía en la Colonia, aun cuando no vivimos en épocas coloniales”. Pensamiento aplicable en Chiapas, en el sentido del posicionamiento e importancia que reviste la diversidad étnica.
Por lo tanto, no hay nada qué celebrar o conmemorar. El referido hermanamiento entre descendientes del imperio colonial y los pueblos está fuera de contexto, sin el reconocimiento honesto de la historia y el presente.
En Chiapas, esta fecha es un día más bien para la reflexión y la interculturalidad, en la que se recuerda la lucha de nuestros pueblos para recuperar nuestra soberanía con libertad e identidad cultural. La coyuntura política de un gobierno entrante es hoy, la puerta para la construcción de un discurso unificador, que resignifique la memoria simbólica y reivindique la diversidad étnica.
Bien afirma el doctor Sarelly Martínez Mendoza, al referirse al pensamiento decolonial, (entendido como la acción crítica de reconfiguración de ideas y teorías), que hay otros saberes que se visibilizan en los pueblos originarios, en donde hay otras formas de ejercer el poder, desarrollar la potencialidad del ser y maneras de convivir.
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