Ausencia de regulación y supervisión adecuada fomenta que los asentamientos informales vayan
en aumento
CARLOS RUIZ/PORTAVOZ
FOTO: JACOB GARCÍA
A plena luz del día, la invasión de terrenos a lo largo de la carretera Tapachula – Nueva Alemania
persiste, al igual que la mirada indiferente de las autoridades. La venta clandestina de estos
terrenos, marcada por la construcción de viviendas improvisadas hechas con palos, nylon y cartón,
se extiende en la zona cercana al seminario mayor, sin que se observe intervención alguna por
parte de las autoridades para regular esta ocupación.
Las estructuras precarias se alinean cerca del recién inaugurado Centro de Desarrollo Comunitario
Parque del Café, un contraste desconcertante que parece pasar desapercibido para quienes tienen
la responsabilidad de mantener el orden. Mientras tanto, los vendedores de lotes organizan
reuniones para dar información sobre la venta, sin que nadie parezca objetar esta actividad ilícita.
La ubicación estratégica de estas construcciones ilegales plantea no solo preocupaciones estéticas,
sino también riesgos considerables para la seguridad pública. Vecinos de colonias establecidas por
años han alzado la voz, solicitaron la intervención urgente de las autoridades para evitar que este
asentamiento irregular progrese.
La invasión de tierras, en este contexto, se percibe no solo como una acción ilegal, sino como un
riesgo inminente para la seguridad y el bienestar de la comunidad. Este delito va más allá de la
simple ocupación de espacios, debido a que implica una violación directa de la propiedad privada y
desencadena una serie de consecuencias negativas para el entorno social y urbano.
En este sentido, la urgencia de una intervención gubernamental se vuelve inminente. Detener esta
invasión no solo preservaría la seguridad y el orden, sino que también enviaría un mensaje claro
sobre la intolerancia hacia actividades ilegales que laceran la estructura social y el desarrollo
sostenible de la región. La pasividad actual solo perpetúa la problemática y deja a la comunidad
local desprotegida.