La actriz interpreta a una conductora de televisión en sus 50 años que decide
consumir una extraña pócima para verse más joven
PORTAVOZ/STAFF
La directora francesa Coralie Fargeat (Revenge) estrenó su segunda película en el
circuito de festivales con una excelente recepción de la crítica. Las historias de la gente
que salía vomitando del cine como consecuencia de sus impactantes imágenes
terminaron despertando la curiosidad de los espectadores más morbosos. Pero…m¿Es
realmente tan buena y asquerosa como dicen?
Lo cierto es que puede que La sustancia sea una de las apuestas de body horror más
arriesgadas en lo que va del año. El film va in crescendo en sus dosis de sangre y
violencia y está claro que no es apto para impresionables.
Enmarcada dentro de un tono de fábula y con una estética que busca resaltar el lado B
de la fama en Hollywood, La sustancia pone el foco en mostrarnos la obsesión de la
industria por perpetuar estándares inalcanzables de belleza. Desesperada por
recuperar su trabajo como conductora de un programa de fitness, Elizabeth Sparkle
(interpretada por una brillante Demi Moore) decide adquirir un producto de dudosa
procedencia que le propone “una versión mejorada de sí misma”. Al consumirlo, la
protagonista expulsará de su cuerpo (literalmente) a una bellísima, ambiciosa y joven
Sue, interpretada por Margaret Qualley (Once Upon a Time in… Hollywood, Poor
Things, Kinds of Kindness).
Como ya podrán imaginar, las cosas no van a salir de acuerdo a lo esperado y esta
suerte de otro se convertirá en su peor pesadilla. En una entrevista bastante reciente,
la actriz Naomi Watts contó que sus colegas y representantes le habían aconsejado
que trabajara mucho en la etapa de sus 20 a sus 30 años, puesto que a partir de los 40
su carrera terminaría para siempre.
La sustancia desarrolla esta problemática, pero decide hacerlo a través de los horrores
del cuerpo, y un mensaje que refuerza la idea de que no importa lo que hagas o cuánto
dinero tengas: envejecer es inevitable y nunca podremos engañar a las leyes de la
naturaleza.
No hay duda de que Coralie tiene una visión clarísima de lo que quiere mostrarnos y
hace un excelente trabajo al retratar al personaje de Qually, la joven que encarna la
anhelada perfección en contraste con el de una mujer deprimida y agotada por la
presión de no sentirse suficiente. La estética a través del juego de colores fríos y
saturados, junto a un diseño de sonido y planos detalle que refuerzan lo desagradable
del hombre a cargo de la cadena de televisión (un descontrolado Dennis Quaid), son
acertadísimas.
El único error -aunque no menor- que comete el film es el de una excesiva duración: la
historia se agota luego de su planteo inicial y ver a los personajes de Margaret y Demi
despertar en un piso frío e intercambiar sus cuerpos una y otra y otra vez puede
sentirse un tanto reiterativo luego haber comprendido las intenciones iniciales de su
directora.
De todos modos y a pesar de no ser una película apta para todo público, sí hay algo
que define a La sustancia es que se trata de una producción arriesgada e innovadora
en un mundo plagado de precuelas, reboots y secuelas de franquicias.
Con imágenes que seguramente van a quedar grabadas en nuestra mente por un buen
tiempo y actuaciones merecedoras de una nominación a los próximos premios de la
academia, la producción que marca el regreso de Demi Moore a la pantalla grande es
un combo macabro de cine gore con una fuerte y merecida crítica a la industria de
Hollywood.