La nueva administración hereda una ciudad con infraestructura decadente, mercados vacíos y problemas profundos en seguridad
CARLOS RUIZ/PORTAVOZ
Tapachula se encuentra al borde del colapso tras nueve meses de gestión de Pánfila Gladiola Soto, quien deja una ciudad asfixiada por la inseguridad, con calles deterioradas y sin acceso regular a servicios básicos como el agua potable. La acumulación de baches y un alumbrado público deficiente son solo algunos de los ejemplos del abandono que ha sufrido la ciudad en los últimos meses. El comercio informal ha crecido sin control, lo que afecta a los negocios establecidos y genera un caos económico.
La situación más alarmante es el colapso en el sistema de recolección de basura, que ha dejado las calles y mercados inundados de desechos. Esta problemática refleja la falta de un plan efectivo y la incapacidad de la administración para cumplir sus promesas. Mientras tanto, parques y camellones han quedado cubiertos de maleza, lo que evidencia el abandono total de los espacios públicos que alguna vez dieron vida a la ciudad.
El consejero del Bloque Social de Izquierda Nacional Ciudadana, Evaristo Ángeles Arenas, señaló que la gestión de Soto generó muchas expectativas, pero no logró materializar cambios reales. Las promesas de combatir el rezago social quedaron en palabras, y las comunidades rurales y urbanas de Tapachula han quedado desatendidas. El consejero consideró que la administración no solo falló en sus objetivos, sino que agravó problemas históricos que la ciudad ya enfrentaba.
El caso de la basura es un claro ejemplo de la falta de resultados concretos. Aunque se prometieron mejoras en el servicio de recolección, la realidad es que la situación ha empeorado. La basura acumulada en las calles simboliza el desmoronamiento de los servicios públicos y la incapacidad de gestionar los problemas básicos de la ciudad.
A días de que la nueva administración asuma el poder, Tapachula enfrenta una crisis. Los problemas no solo se limitan a la infraestructura urbana, sino que abarcan la seguridad, los servicios de salud y el acceso al agua potable. Queda en manos de las nuevas autoridades revertir el desastre y devolver a la ciudad una gestión eficiente que atienda las necesidades de la población.