Roberto Chanona
La iglesia de San Agustín es lo que hoy conocemos como el anfiteatro de la Facultad de Derecho en
San Cristóbal de Las Casas; este recinto lo construyeron los jesuitas en 1700, como nos dice el
padre Villalobos en su Breve Historia del Colegio de la Compañía de Jesús de Ciudad Real de
Chiapas. También podemos constatar en dicho libro rescatado por Francisco Santiago Cruz, que el
santo patrón de la iglesia era Francisco Javier, uno de los fundadores de la Compañía de Jesús en
1534 y por lo tanto llevaba su nombre.
¿Por qué entonces se le conoce como la iglesia de San Agustín? Quizá porque en 1826, ahí se
fundó la Universidad Nacional y Literaria de las Chiapas y se nombró a San Agustín, como el santo
patrón de la universidad. Este centro de enseñanza tenía un escudo de un peñón dividido por el
cauce un río y encima un triángulo conteniendo un ojo radiado. Todo esto nos lo platica de una
manera muy amena don Hermilo López Sánchez en Apuntes Históricos de San Cristóbal de Las
Casas, el libro más completo para conocer esta bella ciudad colonial de nuestro Estado.
Por su parte don Manuel B. Trens nos dice: “La iglesia de los padres jesuitas era magnífica y
ricamente adornada de retablos, altares e imágenes de excelente talla y pinturas de buenos
pinceles, así como se encontraba bien provista de todo lo necesario para el culto divino. Los
informes del obispo Polanco, en 1778 y el que más tarde rindió el Maestrescuelas D. Ramón
Ordóñez y Aguiar en 1813, así lo atestiguan. Tenía un altar Mayor de madera tallada y
sobredorada, con sagrario de plata, once imágenes de bulto y seis lienzos al óleo, y en el cuerpo de
la iglesia había seis altares grandes con sus retablos de madera dorada y ricamente tallada, más
cuatro medianos, como los de san José, la Inmaculada Concepción, Nuestra Señora de Dolores y
en cuadros de buena pintura y marcos de plata, Nuestra Señora de Belén, San Ignacio, San Pedro y
San Juan el Bautista… Además, había en la iglesia un órgano, un púlpito de madera tallada y
dorada con una lámina de Ecce Home y en la sacristía un retablo con una imagen de bulto de
nuestra Señora de Dolores…”
Siempre supimos que el retablo que se encuentra en la iglesia de Teopisca había permanecido a la
iglesia de San Agustín gracias a un artículo de Frans Blom que recoge las palabras de monseñor
Eduardo Flores Ruiz: “Queda por lo tanto confirmado lo de que el retablo en cuestión perteneció a
la iglesia de San Agustín en esta ciudad, de donde fue llevado a Teopisca por orden del obispo don
Ramón Moreno y Castañeda en el año de 1881, poco más o menos. Puesto que el Colegio de la
Compañía de Jesús se fundó a finales del siglo XVII, el retablo debe ser poco posterior y,
ciertamente, anterior a 1714, cuando los donantes existían, de acuerdo con la inscripción.”
Después de leer esto, inmediatamente me fui a contar las esculturas del retablo de Teopisca y
resulta que son once esculturas talladas en madera, más una de diferente tamaño y hecha en tela
que a leguas se nota que fue agregada después, cuando me imagino, desvalijaron la plata del
sagrario como nos cuenta que existía Manuel B. Trens. Los óleos también son seis, igual al texto;
por lo tanto, no queda la menor duda que el retablo de la iglesia de Teopisca, era el Retablo Mayor
de la iglesia de Francisco Javier, mejor conocida como San Agustín.
Pero el texto de Trens nos dice que había aparte del retablo Mayor, seis más y otro en la sacristía.
Dos de estos retablos los tenemos perfectamente ubicados en el libro de monseñor Flores, La
Catedral de San Cristóbal: “dos retablos hermanos cubren el fondo de las naves laterales,
hermosos, barrocos, como que no fueron hechos para la catedral sino para el templo de San
Agustín, y por lo tanto, no se ajustan bien a los arcos en que están colocados… El altar lateral,
antes de Monserrat, pero la imagen ha sido retirada y en su lugar hay un bellísimo San José,
escultura estofada antigua, seguramente guatemalteca. Este retablo procede de la iglesia de San
Agustín, la cual fue desmantelada por orden del gobierno en 1880…”
Este San José del cual nos habla monseñor, fue seleccionado entre ciento ochenta obras a nivel
nacional por Elizabeth Wilder weismamn en su libro México in Sculture 1521–1821 (Nueva York),
como una obra maestra del arte colonial en nuestro país. Por esta razón, es importante darlo a
conocer y que la gente sepa, de lo valioso de esta escultura que pertenece a nuestro acervo en
materia de arte en Chiapas.
Nos falta ubicar donde se encuentran los otros retablos que nos dice Trens y checar donde quedó
el pulpito que nos platica el historiador. Por mi parte, poco a poco iré comentando si encuentro el
paradero de estas obras arte colonial.
Por el momento solo me resta hacer un llamado al Archivo Diocesano de San Cristóbal para que
nos ayudara a encontrar los informes del obispo Polanco y del Maestrescuelas D. Ramón Ordóñez
y Aguiar, para ver si ellos nos dicen a qué recinto fueron llevadas dichas obras. Desgraciadamente
nuestra amiga, Angelica Inda, hace poco se nos adelantó en el camino, porque ella siempre fue de
gran ayuda para resolver mis dudas como la virgen del Rosario de Copanaguastla y que luego fue
llevada a Socoltenango.