CARLOS RUIZ/PORTAVOZ
Una de las mujeres que más admiro en la actualidad es la maestra Araceli Dennise Díaz Pedroza,
quien es una de las gerontólogas e investigadoras más interesantes que he tenido la fortuna de
conocer. Ha publicado diversas investigaciones académicas enfocados en la inclusión y la no
discriminación en las vejeces de Chiapas.
¿Has experimentado situaciones donde te has sentido desafiada por estereotipos de género o
barreras en tu trayectoria profesional? “He enfrentado situaciones edadistas en donde mi
juventud se ve contrapunteada con mi «ser mujer» y a partir de allí se lanzan algunas
enunciaciones lacerantes como: ¡Estás muy chavita para conocer tanto! ¡Buena tarde, maestro,
¡Ah, buena tarde, señorita! (en una sala en donde todas y todos tenemos un grado de maestría) y
allí es en donde habría que cuestionarnos de forma constante.
Necesitamos abordajes colectivos que visibilicen, reconozcan, analicen, critiquen y modifiquen
este tipo de conductas”, insistió.
¿Cómo ves el papel de la educación en empoderar a las mujeres y prepararlas para roles de
liderazgo en diversas disciplinas? “Considero que el papel de la educación es fundamental, pero
entiéndase que hablo de otra educación (no tradicional, bajo las estructuras que dominan) que
posibilite un pensamiento crítico. Esto implica enseñar, cuestionar e investigar distintas
perspectivas y llegar a sus propias conclusiones.
Mi idea de otra educación radica en que esta debe desafiar los estereotipos de género y las
normas sociales que perpetúan la discriminación y la desigualdad. Además, una educación más
potente debe romper con el pacto epistémico de privilegiar ciertos tipos de conocimiento sobre
otros. Esto significa reconocer y valorar los saberes comunitarios, así como fomentar la
interdisciplinariedad y el diálogo entre diferentes campos del conocimiento”, recalcó.
¿Cuáles crees que son los cambios culturales necesarios para impulsar una mayor inclusión de
género en el ámbito profesional y social? “Para lograr una inclusión de género, es esencial
comenzar por comprender y reconocer ¿qué implica realmente esta inclusión? Esto va más allá de
simplemente reconocer las diferencias entre hombres y mujeres; implica reconocer las brechas de
género en áreas como el acceso a la educación, la participación, la representación en posiciones
de liderazgo y la distribución desigual de recursos es crucial.
Además, es importante considerar otras dimensiones relacionadas con la inclusión de género,
como la interseccionalidad, que reconoce que las identidades de género se entrelazan con otras
categorías, como edad, la clase, la etnia, etc., dando lugar a experiencias únicas de discriminación
y desventaja.
Así como es fundamental cuestionar nuestros propios privilegios y prejuicios. Esto implica
reflexionar sobre las ventajas que podemos tener como resultado de nuestro género, así como
también sobre cómo estos privilegios pueden influir en nuestras percepciones y acciones.
Yo siempre le digo a mis estudiantes: el conocimiento no da poder, da responsabilidad, y justo con
esto reafirmo la idea”, sostuvo.
¿Cuál sería el mensaje que le darías a las futuras generaciones de mujeres? “Abraza tu
sensibilidad como tu mayor fortaleza. En un mundo que a menudo prioriza la fuerza física o la
racionalidad frente a las emociones, no temas expresar tus sentimientos, pues son la esencia de tu
humanidad.
Tu sensibilidad te conecta con personas de una manera única. Abrázala con orgullo y reconoce su
poder transformador. Permítete ser vulnerable cuando sea necesario, pues en la vulnerabilidad
radica una poderosa oportunidad.
Teje redes de apoyo para sostener tus procesos y pensares, esto es revolucionario porque desafía
la noción individualista. En lugar de depender solo de nosotras mismas para
enfrentar/luchar/combatir los desafíos, sugiero que generemos conexiones de cuidados”,
concluyó.