Sareylly Martínez Mendoza
Hace dos meses, Morena recibió los resultados de una encuesta que encargó a una
consultora nacional sobre las preferencias electorales en Tuxtla. Ante la pregunta sobre la
opinión que merecían los candidatos, Ángel Torres Culebro y Francisco Rojas Toledo
recibieron evaluaciones parecidas: 31 por ciento de los encuestados tenía una opinión
buena o muy buena sobre el exsecretario de Obras Públicas, mientras que para Paco era
del 30 por ciento; en opinión regular, ambos obtuvieron nueve por ciento, y en mala,
salieron empatados con el cinco por ciento.
Por debajo de estos números, figuró Felipe Granda con 27 por ciento de opiniones buenas
o muy buenas; Aquiles Espinosa, 22 y María Mandiola, 13.
No es raro que se hayan obtenido estos resultados: Paco Rojas es un político que es bien
visto por los tuxtlecos, y que como candidato desarrolla campañas disruptivas, de cercanía
a la gente, que pueden ser demoledoras para sus contendientes políticos.
Paco Rojas es muy buen candidato. Disfruta andar en campaña, abrazar a las personas y
escucharlas. Abandona su actividad profesional, para meterse en la fiesta electoral. Siente
la adrenalina, sabe transmitir su mensaje y reflejar el malestar ciudadano. Y Tuxtla, lo
sabemos, es la ciudad más impredecible en cuanto a resultados electorales.
Aquí se han registrado las mejores contiendas democráticas y se han orquestado también
los fraudes más vergonzosos. Los tuxtlecos se indignan, sin embargo, ante el acarreo, el
dispendio y lo cobran en las urnas.
Tuxtla ya no es la ciudad que definía los resultados a la alcaldía en las colonias más pobres.
Hoy, la elección lo determina la clase media, y ese segmento poblacional es muy difícil de
convencer y atraer.
Hay, por supuesto, una aceptación mayoritaria por Morena, por el presidente de la
República y por el presidente municipal. En esta misma encuesta, llama la atención que
Carlos Morales esté por arriba en aprobación, con un cinco por ciento, del gobernador
Rutilio Escandón. Mientras que el alcalde tuxtleco recibe una aprobación del 61 por
ciento, el gobernador se queda con el 56. Los dos están muy lejos del presidente Andrés
Manuel, quien registra el 85 por ciento de aprobación de los encuestados.
La principal preocupación de los tuxtlecos no son los servicios públicos, que apenas lo
mencionan con un siete por ciento, ni la corrupción o el desempleo, sino la inseguridad,
que inquieta al 62 por ciento de los habitantes, y eso que Tuxtla no ha sido escenario
violento de los cárteles, pero sí es la población en donde se consume la mayor cantidad de
información relacionada con el crimen organizado. Más del 90 por ciento de las personas
mayores de 18 años en la ciudad están conectadas a través de las redes sociales digitales,
en donde fluye, casi al instante, los enfrentamientos que suceden en los límites
capitalinos.
Esta es una de las dificultades para Paco Rojas, porque si la preocupación principal del
electorado tuxtleco es la inseguridad, es una respuesta que no puede surgir de los
alcaldes, sino de acciones coordinadas a nivel local, estatal y federal. La corrupción y el
deterioro de los servicios públicos que era una preocupación de los capitalinos, hoy suman
12 por ciento.
Paco Rojas es un buen producto para contender en las elecciones. La gente lo recuerda y
lo aprecia. Su obstáculo mayor son los partidos que lo acompañarán y a los que
tradicionalmente ha combatido. Los tuxtlecos lo tienen bastante claro: el 53 por ciento de
ellos no votarían por el PRI, mientras que en contra de Morena es de apenas el cinco por
ciento.
El candidato de la oposición tendrá una tarea enorme para cambiar esta percepción en su
campaña política que iniciará en 15 días. Si lo logra, veremos su retorno a la alcaldía
tuxtleca.