Dr. Gilberto de los Santos Cruz
El Día del Maestro, es celebrado el 15 de mayo en México, fecha designada para
honrar a todos los docentes y educadores de México. Esta celebración se le debe
al presidente Venustiano Carranza, quien en 1917 decretó que el 15 de mayo se
celebrara a los maestros de nuestro país. La elección de esa fecha es gracias a
que la fiesta de San Juan Bautista de La Salle coincidía con el aniversario de la
toma de Querétaro, suceso que marcó la caída del Segundo Imperio Mexicano
comandado por Maximiliano de Habsburgo, y se consolidó México.
Una de las cualidades del gremio educativo es estar en todas partes, desde el
rincón más alejado y agreste del país hasta el barrio más céntrico de cada ciudad.
Históricamente, la presencia de los maestros ha sido relevante para generar
vínculos, valores, en la vida familiar y social y en la construcción comunitaria. En
México, el Sistema Educativo Nacional cuenta con dos millones 100 mil 277
maestros, de ellos 58.3 por ciento son de educación básica, 20 por ciento media
superior y 19.7 por ciento educación superior, además un dos por ciento al
programa de capacitación para el trabajo.
Desde el surgimiento de México como país, la necesidad e importancia de la
presencia y trabajo de los maestros, ha estado presente. Se planteó la urgencia de
contar con profesionales de la docencia dedicada a la enseñanza básica, se
impulsaron diversos procesos desde entonces. Durante la invasión
norteamericana en 1846, Vidal Alcocer impulsó la creación de la sociedad de
beneficencia para la educación, donde los profesores laboraban con los hijos de
los más pobres.
Otro proyecto educativo del SXIX que contó con la intensa participación de
maestros normalistas fue encabezado por el liberal potosino Ponciano Arriaga
quien implementó la iniciativa de crear una institución para los más vulnerables,
los segmentos sociales en situación de precariedad, logrando establecer la
“Procuraduría de los Pobres” en su estado natal facultada para exigir de las
autoridades la inmediata reparación de cualquier agravio en el orden judicial,
político o militar y si era omisa hacerlo público y obligarla a cumplir con su deber;
con respecto a la educación reclamaba que el Estado se hiciera cargo de
solventar los costos del vestido, calzado, alimentación y útiles, y respecto a los
profesores que debían “ser depositarios de una conducta apegada a la sana
moral, ser ilustrados y virtuosos, tener la cordura y paciencia necesaria que les
permitiera formar ciudadanos útiles al estado, puesto que los jóvenes eran la
esencia misma de la futura dicha de la comunidad”. Durante el Porfiriato las
condiciones en que trabajaban los docentes de enseñanza básica, era confuso,
agobiante inestable, con profundas diferencias laborales, escuelas alejadas y
también profesores ambulantes que se trasladaban de comunidad en comunidad,
tan difícil era cumplir con esa tarea que las autoridades establecían cumplir el
programa de manera completa o reducida, aun con las reformas de Justo Sierra
se consideraba que el magisterio era un apostolado de la cual no podía renegar.
La labor del maestro ha estado vinculada al desarrollo y transformación del país.
En las comunidades, sobre todo rurales el maestro o maestra de la escuela se
constituía en la figura principal, ya que normalmente pertenecía a la misma
comunidad o se integraba igualitariamente, aprendían con la comunidad y la
enseñanza la basaban en las necesidades y saberes de la misma. Con el
desarrollo urbano y crecimiento de las grandes ciudades, la relación docente-
comunidad se ha venido distanciando, sin embargo, en muchos lugares aún
perdura, inclusive en las zonas urbanas el vínculo que se establece entre
maestros y educandos sigue aportando a la cohesión y conformación comunitaria.
Otra característica importante y destacada del magisterio ha sido su lucha por
mejorar sus condiciones de trabajo y salariales, así como por alcanzar la
autonomía y la democracia de sus organizaciones sindicales. Los enfrentamientos
con los sectores burocráticos administrativos de la educación pública nacional ha
sido una constante. En torno a ellas, los profesores defienden su trabajo, sus
anhelos de mejora en derechos laborales, el obtener el completo dominio sobre su
materia de trabajo, situación que debe ser estudiada y comprendida por amplios
sectores de la población. Durante los últimos 200 años, los profesores y
profesoras de enseñanza elemental ha sido una piedra fundamental en la
construcción de las capacidades culturales que han permitido el progreso de
amplios sectores de la población. Sin embargo, este importante sector social ha
sufrido la discriminación económica, política e incluso racial en múltiples ocasiones
de la historia de México.
La integración de los docentes en el área tecnológica presentaba ya problemas
específicos, pero a partir del cierre de las escuelas por la COVID-19, el problema
evidenció su magnitud.
Los y las niñas y jóvenes carecen de un espacio para estudiar dentro del hogar, en
el mejor de los casos deben compartirlo con el resto de la familia, y tampoco
tienen acceso a una computadora con conexión a Internet para hacer sus deberes
escolares en casa. Es importante recordar que, por su carácter de derecho
habilitante, la educación es un instrumento poderoso que permite a los niños y
adultos que se encuentran social y económicamente marginados, salir de la
pobreza y participar plenamente en la vida de la comunidad. La educación es un
derecho humano fundamental que ocupa el centro mismo de la misión de la
UNESCO y está indisolublemente ligado a la Declaración Universal de Derechos
Humanos (1948) y a muchos otros instrumentos internacionales en derechos
humanos.
A LOS MAESTROS DEL MUNDO
Es el primero en llegar y el último en marcharse
va vistiendo su traje gastado de olvido y coraje
el obrero del saber por un sueldo modesto
va otra vez a clases.
De una inmensa misión, debe aportarle a la vida
algo de sabiduría con afán de educador
es el formador del futuro presidente
de un político decente, de un artista o un doctor.
Que grande tu vida mi maestro, que grande es tu grata ocupación
fracciones de mi vida no te olvidan.
Que grande tus días de maestro, bendita tu honesta vocación
tu acción, tu lucha y tu nobleza no se olvidará jamás.
Me enseñaste más palabras que mi padre
a amar el suelo y el lugar donde nací, confidente de ese niño algo inocente
tan presente en mi modo de vivir.
Soñador de un mundo más parejo, escritor de un viejo pizarrón.
Algo duro por momentos, comprensivo y algo atento
me enseñaste que yo puedo ser mejor.
Qué grande tu vida mi maestro, qué grande es tu grata ocupación, reacciones de
mi vida no te olvidan, que grande tus días de maestro
bendita tu honesta vocación, tu acción, tu lucha y tu nobleza
no se olvidarán jamás.
Qué grande tu vida mi maestro, qué grande es tu grata ocupación
enfrentas a lo adverso cada día.
Qué grande son tus días de maestro, docente que impulsaste mi motor
tu historia quedará en nuestra memoria, por siempre.
Enseñas a un futuro presidente, a un artista, un soldado o a un doctor
incluso al que canta esta canción.