Roberto Chanona
“Dondequiera que estés, sea cual sea tu condición
y hagas lo que hagas, sé siempre un buen amante”
Rumi
Pocos han escrito acerca del amor como Jalal A-din Rumi, uno de los poetas místico más reconocido en el mundo Sufí. Más de tres mil 500 versos publicados en su libro “El Diván de Shams de Tabriz”, que le dio el calificativo del poeta del amor. Y cuando hablamos de diván en árabe, que deriva del persa, significa una lista o registro de poemas; así estos versos son precisamente una colección dedicada a su amigo espiritual, Shams Al-din de Tabriz, quien reveló a Rumi la experiencia última de la realidad, dejándolo en un estado permanente de éxtasis místico.
En la introducción del libro Rumi El Shams, Coleman Barks ha escrito: “Rumi es una de las grandes almas, y uno de los grandes maestros espirituales que nos muestra la gloria nuestra. Él quiere que sea más vivo, para despertar… élquiere ver nuestra belleza, en el espejo y en el otro”.
Jalal al-din Rumi nació en la ciudad de Balkh, Afganistán en el año 1207. Debido a la inestabilidad de Asia en esos años, sobre todo a la invasión mongólica, su vida fue un peregrinar pasando por Khorasan, Bagdad, La Meca, Medina, Jerusalén, Damasco, hasta establecerse finalmente en Konya, Turquía en el año 1230. Ahí gozaba de un prestigio como maestro de las ciencias del Shari como del Sufismo; alrededor de 1240 a 1244, se centró en la enseñanza, la meditación, ayudando a los pobres y en actividades de aprendizaje. Se dice que fue un profesor muy popular porque no menos de 400 estudiantes asistían a sus clases.
Cuando Rumi comenzó su instrucción con su padre, conoció a Ibn Arabi que le ayudó a predicar la tolerancia religiosa como racial, fundando la orden de los derviches o giróvagos (místicos danzantes). Los derviches giradores tienen una ceremonia de danza-meditación, llamada Sema, que consiste en una danza masculina acompañada por música de flauta y tambores. Los danzantes giran sobre sí mismos con los brazos extendidos, simbolizando “la ascendencia espiritual hacia la verdad, acompañados por el amor y liberados totalmente del ego”. La ceremonia se originó entre los místicos de la India y los sufís turcos.
Al respecto, Rumi dice: “El samá’ es el adorno del alma que ayuda a esta a descubrir el amor, a experimentar el escalofrío del encuentro, a despojarse de los velos y a sentirse en presencia de Dios”.
Posteriormente, conoció al gran poeta Farid al-Attar quien predijo su luz y le regaló “El Libro de los Secretos”. Attar tiene un poema muy conocido bajo el nombre de El Coloquio de los Pájaros. El uso del ave como símbolo del alma humana, es implícita en esta historia y su anhelo por acercarse a Dios en un vuelo espiritual. Esto ya había sido utilizado mucho antes de Attar en la filosofía y literatura sufí (Ghazali); sin embargo, la adaptación de Attar, embelleció y amplió poéticamente confiriéndole un significado místico más profundo.
El propio Rumi siempre dijo al respecto de sus dos maestrosen poesía: “Attar fue el espíritu, Sanai los dos ojos: caminamos en la estela de Sanai y Attar”. También dijo:“Attar atravesó las siete ciudades del amor, y nosotros, aún estamos en la esquina de una callejuela”.
Pero la vida de Rumi se transformó en verdad a partir del encuentro con Tabrizi de al-Din de Shams, que había llegado a Konya. Shams era un sufí misterioso y poderoso. Incluso su muerte se queda en un misterio. Se piensa que fue asesinado porque la noche del 5 de diciembre de 1248, cuando Rumi y Shams estaban platicando, llamaron a la puerta, Shams salió y jamás regresó. En la actualidad tiene algunas tumbas que se han convertido en puntos de peregrinación.
En la poesía sufí, el Amado o Amor está en todo y en todos: a veces refresca el alma, otras veces la atormenta. Es quien porta la copa y es dulce y hermoso. Como el “Amigo”, es juguetón y jovial; como “el amante que cautiva el corazón”, es rudo, indiferente y cruel. El uso frecuente de imágenes fuertes, sangrientas, pueden parecer extrañas y escandalizar al lector (no parece, en absoluto, el contenido de un poema de amor), pero para los sufís este tormento es señal de la compasión de Dios: representa la destrucción del ego limitado del hombre y una etapa en la preparación divina de Dios para perfeccionar el alma.
Carlos Gómez Barcena nos dice: “Varias son las aportaciones que integran el legado de Rumi a la humanidad. Como lírico, un corpus poético de más de 50 mil versos, entre los que descolla sobremanera el Masnawi, reflexión versificada acerca de la verdadera condición humana, considerado hoy en día por millones de musulmanes como una suerte de Segundo Corán persa, lengua en la que fue escrito”.
A continuación, me permito hacer una selección de algunos fragmentos de su poesía:
“Ven,/ te diré en secreto/ a dónde lleva esta danza./ Mira como las partículas del aire/ y los granos de arena del desierto/ giran sin norte./ Cada átomo/ feliz o miserable,/ gira enamorado/ en torno del Sol”.
“Una persona no está enamorada/ si el amor no ilumina su alma./ No es un amante/ si no gira como las estrellas alrededor de la luna”.
“Excepto el amor intenso, excepto el amor,/ no tengo otro trabajo./ Salvo el amor tierno, salvo el amor tierno, / no siembro otra semilla”.
“Esas palabras tiernas que nos decimos uno al otro/ están guardadas en el corazón secreto del paraíso. / Un día como la lluvia, ellas caerán y mojarán todo/ y su misterio crecerá verde sobre el mundo”.
“El intelectual está siempre luciéndose, / el amante, siempre perdiéndose. / El intelectual se escapa / por miedo a ahogarse; / todo el asunto del amor/ es ahogarse en el mar./ Los intelectuales planean su reposo;/ los amantes se avergüenzan de descansar. / El amante siempre está solo./ Aun si está rodeado de personas; / como el agua y el aceite, él permanece separado./ El hombre que se toma la molestia / de dar consejos a un amante,/ no consigue nada. Es burlado por la pasión./ El amor es como el almizcle. Atrae la atención. / El amor es un árbol, y los amantes, su sombra”.
Jalal al-Din cayó enfermo un diciembre 1273. Sabía que el momento del encuentro con el amado estaba cercano, un momento que para él era uno de los más felices de su vida. Pronosticó su propia muerte y escribió el conocido “ghazal”, que empieza con la estrofa:
“¿Cómo sabes qué clase de rey tengo dentro de mí como compañero?
Rumi falleció el 17 diciembre 1273 en un estado de agradable paz, rodeado por su progenie espiritual, que incluía también a su familia más cercana. Sadr Qunyawi, otro gran maestro del Sufismo en Konya, leyó la oración de fúnebre ante el cuerpo y los restos terrenales del Sufí más grande, del gran poeta de la lengua persa que descansó para siempre en Konya. Su tumba es aún hoy, uno de los lugares más importantes de peregrinación en el mundo islámico, una segunda Ka ‘ba para los Sufís y el centro espiritual de Turquía.