La precariedad de los materiales en hogares refleja el rezago en infraestructura y servicios básicos
IVÁN LÓPEZ/PORTAVOZ
FOTO: ALEJANDRO LÓPEZ
En Chiapas, la carencia de agua potable dentro de los hogares no es una excepción, sino una realidad que afecta a la mitad de la población. Cinco de cada 10 viviendas no cuentan con acceso directo al líquido vital, lo que convierte las actividades cotidianas en un reto diario. La falta de infraestructura básica no solo impacta la calidad de vida, sino que también refleja el rezago histórico en los servicios públicos de la entidad.
El problema no termina ahí. Más del 40 por ciento de las casas tampoco tienen drenaje conectado a la red pública ni techos de concreto, condiciones que incrementan la vulnerabilidad de las familias ante fenómenos climáticos y problemas sanitarios. Esta situación es más crítica en comunidades rurales, donde el acceso a servicios básicos sigue dependiendo de soluciones improvisadas.
A pesar del crecimiento poblacional y la urbanización en municipios como Tuxtla Gutiérrez, Tapachula y San Cristóbal de Las Casas, la cobertura de servicios esenciales no avanza al mismo ritmo. Mientras tanto, en localidades más pequeñas como Sunuapa o Capitán Luis Ángel Vidal, el acceso a una vivienda digna es todavía más limitado, con estructuras construidas con materiales frágiles como cartón o láminas.
La falta de inversión en infraestructura ha convertido a Chiapas en una de las entidades con mayor rezago en condiciones habitacionales. La dependencia de pozos, ríos o sistemas de captación de agua pluvial expone a miles de familias a riesgos sanitarios. Sin un acceso estable al agua y un sistema de drenaje eficiente, los problemas de salud pública se agravan, lo que afecta a la niñez y adultos mayores.
Las cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) evidencian una deuda pendiente en materia de vivienda digna. Aunque existen programas sociales enfocados en mejorar las condiciones de los hogares, la brecha entre las necesidades reales y las soluciones sigue siendo amplia. Sin inversión en infraestructura y políticas de desarrollo efectivas, el acceso a servicios básicos en Chiapas continuará siendo un lujo para muchos, en lugar de un derecho garantizado.