Manuel Velázquez
La judicialización de la exposición “La Venida del Señor” del artista chiapaneco Fabián Chairez ha generado un intenso debate sobre los límites de la libertad de expresión en el arte y si la justicia debe intervenir en su regulación. La exposición, inaugurada en la Academia de San Carlos de la UNAM, generó una gran polémica al fusionar erotismo e imágenes religiosas. Esto provocó una fuerte indignación entre la comunidad católica, que considera la exposición ofensiva. La situación llegó a un punto crítico cuando un juez federal ordenó su suspensión inmediata a partir de un juicio de amparo.
En este sentido, es fundamental destacar que la libertad de expresión es un derecho básico en cualquier sociedad democrática, y que el arte es una forma potente de expresión que trasciende lo estético para abordar cuestiones ideológicas. El arte no tiene por qué ser agradable ocomplaciente con las ideas dominantes y puede ser disruptivo. La moral y la blasfemia son conceptos subjetivosy pueden variar según la cultura y la religión. En un estado laico y democrático, la libertad de expresión debe ser protegida y promovida, incluso cuando se trata de temas religiosos o morales. Sin embargo, para un debate equilibrado, es esencial considerar todos los argumentos.
Es en este contexto donde surge la pregunta: ¿existen límites para la creatividad y la expresión? En teoría, la libertad de expresión es absoluta, pero en la práctica, existen restricciones y límites que varían según la cultura, la historia y las leyes de cada país para proteger los derechos de los creyentes y de terceros afectados, en ese sentido ¿debe la justicia intervenir en la regulación de la libertad de expresión en el arte?
Se trata de un tema complejo y controvertido. Mientras que la justicia puede tener un papel en la protección de la moralidad, la ética y los derechos de terceros, también es importante proteger la libertad de expresión y la creatividad en el arte. En lugar de judicializar estos casos, podríamos buscar soluciones alternativas, como la educación, el diálogo y la crítica constructiva, para fomentar una sociedad más tolerante, respetuosa y abierta a la diversidad de ideas y expresiones.
El debate en tribunales de la exposición de Fabián Chairez no es único, existen otros casos en los que la libertad de expresión en el arte ha sido cuestionada y ha generado debates y controversias. Por ejemplo, “Piss Christ” de Andrés Serrano (1987), fue objeto de una demanda por blasfemia y obscenidad en los Estados Unidos. “The Holy Virgin Mary” de Chris Ofili (1996), fue demandada por obscenidad en el Reino Unido. “El Beso” de Juan Carlos Romero (2010). Una escultura que representaba a dos hombres besándose. Fue objeto de una demanda por obscenidad en México. “La Virgen de los Desamparados” de Élmer Hernández (2011), fue demandada por blasfemia en El Salvador. En estos casos, se cuestionó si la libertad de expresión en el arte tenía límites y si era aceptable ofender o provocar a ciertos grupos o individuos.
En mi opinión, la libertad de expresión en el arte es fundamental y debe ser protegida. Sin embargo, también creo que los artistas deben ser conscientes del impacto que sus obras pueden tener en la sociedad y deben evaluar los derechos y creencias de los demás. No creo que la libertad de expresión en el arte deba ser limitada por la censura o la represión, pero sí creo que los artistas deben ser responsables y éticos en su creación y difusión de obras de arte, es importante ser conscientes de las responsabilidades que conlleva.
La censura y la represión no son la solución para abordar la ofensa o la blasfemia. En lugar de eso, debemos fomentar el diálogo, la reflexión y la crítica constructiva para una sociedad democrática y plural: ¿dónde están los límites y quién los impone?