El ciclo escolar pasado, los estudiantes de la regiónperdieron hasta 20 días adicionales de cátedras por movilizaciones docentes
CARLOS RUIZ/PORTAVOZ
FOTO: ALEJANDRO LÓPEZ
El calendario oficial de la Secretaría de Educación Pública (SEP) establece 190 días de clases para alumnos de educación básica en todo el país, pero en Chiapas la cifra real es mucho menor. Entre paros magisteriales, días inhábiles y periodos vacacionales, el ciclo escolar se fragmenta, lo que afecta la continuidad del aprendizaje.
El reciente fin de semana largo por el Natalicio de Benito Juárez se extenderá aún más en el estado. Mientras en otras entidades las clases se reanudarán el martes 19 de marzo, en el estado no habrá actividades hasta el lunes 25 debido a la suspensión convocada por el magisterio. Esta situación refleja un problema que ha mermado la calidad educativa.
El ciclo escolar pasado ya evidenció esta crisis. Aunque el calendario marcaba 190 días de clases, en la entidad se perdieron al menos 20 jornadas adicionales por paros docentes. Esta reducción equivale a casi un mes completo sin actividades escolares, lo que genera retrasos en planes de estudio y afectaciones en el rendimiento académico del alumnado.
El impacto de estas interrupciones va más allá de los números. La falta de continuidad dificulta la adquisición de conocimientos, deja vacíos en la formación de los estudiantes y genera incertidumbre en las familias. A esto se suman las constantes movilizaciones del magisterio, que no solo detienen las clases, sino que también evidencian conflictos estructurales en el sistema educativo estatal.
Mientras las negociaciones entre docentes y autoridades continúan sin resolverse, la educación en el estado sigue en pausa constante. Lo que debería ser un derecho garantizado se convierte en un calendario irregular, con un impacto directo en el futuro de miles de estudiantes. Las afectaciones se acumulan año tras año, esto deja a una generación con menos herramientas para enfrentar los retos académicos y profesionales. La falta de estabilidad en las aulas no solo perjudica el aprendizaje, sino que también aumenta la brecha educativa con otros estados del país.