La falta de regulación y mal mantenimiento de vehículos de carga, así como transporte público, agravan la polución en Tuxtla Gutiérrez
CARLOS RUIZ/PORTAVOZ
FOTO: ALEJANDRO LÓPEZ
El aire que se respira en Chiapas no es tan puro como muchos quisieran. Con más de un millón de vehículos en circulación, el impacto ambiental del tráfico es palpable. Según estimaciones oficiales, tres de cada 10 emisiones contaminantes en la región metropolitana provienen del parque vehicular, convirtiéndolo en un factor clave en el deterioro de la calidad del aire.
Tuxtla Gutiérrez, como la ciudad con mayor actividad económica y densidad vehicular, es la más afectada. A esto se suman los congestionamientos constantes que agravan la situación. Las emisiones de CO2 y otros gases nocivos se acumulan, contribuyendo al efecto invernadero lo que aumenta los riesgos para la salud pública. Enfermedades respiratorias y daños a órganos vitales son algunas de las consecuencias que ya están documentadas.
A pesar de que los incendios siguen siendo la principal fuente de contaminación atmosférica en la región, el parque vehicular mantiene un peso considerable en este problema. La falta de regulación efectiva y el mantenimiento deficiente de muchas unidades, en especial en el transporte público y de carga, elevan los niveles de contaminación de manera alarmante.
Reducir estos índices requiere más que solo normativas ambientales. Invertir en sistemas de transporte público eficientes y sostenibles podría ser un punto de inflexión. Sin embargo, la responsabilidad también recae en la ciudadanía, que puede contribuir con medidas básicas como la revisión periódica de sus vehículos y la reducción del uso de automóviles particulares.
El reto no es menor. Si no se toman acciones concretas, la contaminación vehicular afectará la salud de la población y acelerará el deterioro ambiental. La movilidad en el estadonecesita una transformación urgente para frenar el impacto de estos gases contaminantes y garantizar un aire más limpio para las futuras generaciones.