Acusaron que quienes aceptaron la transición perdieron sueldo, antigüedad y prestaciones
laborales
IVÁN LÓPEZ/PORTAVOZ
FOTO: ALEJANDRO LÓPEZ
En Puerto Chiapas, un centenar de elementos de la Secretaría de Marina salió a las calles para
exigir algo básico: respeto a su contrato. Aunque fueron enviados por comisión a la Guardia
Nacional (GN), hoy se les presiona para firmar un nuevo acuerdo con la Secretaría de la Defensa
Nacional (Sedena). La inconformidad se hizo visible frente a la Zona Naval 22, donde los
manifestantes dejaron claro que no están dispuestos a renunciar a su identidad institucional ni a
los derechos laborales que la acompañan.
La tensión creció desde que, hace tres semanas, se les solicitó firmar con la Sedena bajo
argumentos poco claros. En apariencia, se trataba de una formalidad administrativa, pero
significaba cambiar de patrón, de esquema de prestaciones y de antigüedad. Para los inconformes,
no se trata de una negativa a colaborar, sino de una defensa legítima ante un proceso que califican
de arbitrario y sin garantías.
Las historias personales refuerzan la dimensión humana del conflicto. Algunos puntualizaron que
quienes aceptaron firmar con la Sedena ya enfrentan consecuencias: disminución de sueldo,
anulación de antigüedad y pérdida de prestaciones. Afirmaron que la transición no fue
consensuada, sino impuesta bajo presión y con amenazas veladas de despido.
Una de las afectadas se encuentra embarazada, y expuso otro ángulo crítico: la salud. A un mes de
dar a luz, le han negado atención médica y licencia de maternidad, pese a tener contrato vigente
hasta 2027. Su testimonio reveló el abandono institucional que padecen muchas mujeres en esta
situación.
Más allá de Tapachula, esta protesta abre una discusión pendiente: qué ocurre con los cambios
administrativos que ignoran los derechos laborales. Los marinos no rechazan servir al país, pero
exigen reglas claras, contratos respetados y respaldo institucional. De lo contrario, aseguran, no se
trata de integración sino de desplazamiento forzado, y esa diferencia podría quebrar la confianza
dentro de las propias fuerzas armadas.