Roberto Chanona
Este es el título del libro que publica el biólogo Ignacio José March Mifsut con el auspicio de Grupo Ígneo para su sello editorial Ediquid. La aventura comenzó cuando él vino a Chiapas a finales de 1983 como responsable de un proyecto para establecer una granja de pecaríes en la Selva Lacandona. Se pensaba en la posibilidad de reproducirlospara el sustento de los habitantes de la región. Pronto apareció en la escena Kin Obregón, un lacandón muy respetado que se convertiría en su maestro, y también las dificultades para criar en cautiverio a los cerdos salvajes.Acerca de ese primer encuentro transcribo estas líneas:
En una segunda visita de trabajo a la Selva Lacandona, y luego de una caminata por un largo y lodoso camino de terracería, me senté a descansar. De repente, y sin casi darme cuenta, tenía frente a mí a un lacandón con un cuerpo enorme, vociferando alterado palabras en maya que no entendía en aquel entonces. Me veía con ojos que prácticamente despedían llamas de fuego, y con su voz grave y gutural se dirigía a mí, haciéndome ver su largo y afilado machete. Yo, sentado y con mi navaja suiza guardada en un estuche de niño explorador, me sentí primero ridículo y después como un perfecto candidato a ser decapitado ahí mismo por alguna razón que se me había explicado en maya. Por un momento pensé que aquella había sido mi segunda visita a la selva y tristemente también la última. De repente, este enorme lacandón no pudo resistir y explotó en fuertes carcajadas que seguramente fueron escuchadas por el resto de los lacandones, y también por todos los animales que habitaban en esa selva. Resulta que se trataba de Kin Obregón, un legendario lacandón que, entre otras cosas, disfrutaba de hacer bromas a los ingenuos visitantes, turistas, arqueólogos y, por qué no, a biólogos recién llegados de la ciudad.
Este proyecto de la granja duró hasta 1987, cuando nuestro autor fue a Costa Rica para estudiar una maestría en manejode vida silvestre, regresando dos años después a Chiapas para trabajar en Conservación Internacional como directordel programa Selva Maya hasta 2004. Fue precisamente en esos años cuando conocí a Nacho, con quien tuve el gusto de viajar muchas veces durante 10 años con un grupo de amantes de la naturaleza. Nuestra primera excursión fue a ElTriunfo, un bosque de niebla en la Sierra Madre de Chiapas, donde habitan el quetzal y el pavón. Luego realizamos unatravesía fantástica para conocer la montería de San Ramón,también llamada La Constancia, una propiedad de la familia Romano en el siglo XIX, dedicada al corte de caoba en el corazón de Montes Azules. Su ubicación entre la confluencia de los ríos Negro y Tzendales fue descubierta por RamónGuerrero y fuimos allá en lanchas hacia La Central, donde B. Traven se había inspirado para escribir La rebelión de los colgados. Fue precisamente durante ese periplo, alrededor de una fogata nocturna, que nos contó de una expedición a piedurante 17 días en plena Selva Lacandona con su gran amigo el doctor José Luis Patjane y Archie Carr III, mejor conocido como Chuck, un renombrado conservacionista estadunidense, hijo del internacionalmente famoso investigador y protector de las tortugas marinas Archie Carr;Chuck era directivo de la Wildlife Conservation Society, una organización que surgió de la Sociedad Zoológica de Nueva York. Entre otros, también participó Peter Canby, un escritor en busca de historias interesantes para un libro acerca de los mayas contemporáneos. Así pues, escuchar a Ignacio Marchtales peripecias que por momentos se volvieron dramáticas y ahora verlas publicadas en el Capítulo VII. En las entrañas de la Selva Lacandona: memorias de una expedición, es realmente bello. Ver cómo se materializan los sueños y que cualquier persona pueda disfrutar de tales experiencias tiene un valor inestimable.
Así pues, este libro nos conduce por Mesoamérica, Norteamérica y Sudamérica, recorriendo lugares de importancia por su diversidad biológica y su historia. Por ejemplo, conoceremos especies descubiertas recientemente de animales y vegetales de las selvas americanas. Ignacio March depositó en este libro su trabajo como investigador y conservacionista para que las nuevas generaciones evalúenla importancia de conservar estos santuarios naturales para nuestra sobrevivencia en la Tierra.
Sería muy largo hablar en un artículo acerca de las 500 páginas de este libro fundamental para conocer selvas y civilizaciones antiguas. Así pues, dejo al lector en libertad debuscar la obra y me despido con las palabras del autor:
Este libro lo escribí a lo largo de los últimos años, y muchas secciones de sus capítulos las redacté con base en mis diarios de campo, un hábito que conservo desde que inicié mi carrera como biólogo… Decidí escribirlo para compartir la narración del viaje personal que emprendí hace ya más de 40 años, iniciando con viajes en México y Centroamérica, y después a distintas partes del continente americano, y que me han llevado a conocer lugares y personas fascinantes, algunos de linajes casi extintos. 40 años no son más que un pequeño fragmento de la historia, un verdadero “instante” en el tiempo universal; sin embargo, son los relatos de viajes que cambiaron el destino de mi propia existencia, años en los que ha cambiado mi forma de percibir el mundo que me ha tocado conocer.