Caputo aseguró que para el Gobierno, crecer la actividad financiera es una
“prioridad” y es necesaria una inyección monetaria
PORTAVOZ/AGENCIAS
El Gobierno de Argentina prepara una serie de medidas para estimular que los
argentinos usen los dólares estadounidenses que atesoran fuera del sistema
financiero, señaló el ministro de Economía, Luis Caputo.
“Esto que vamos a hacer va a hacer que la gente esté mucho más proclive a sacar sus
dólares del colchón, de la caja de seguridad o de donde sea y gastarlos”, afirmó el
funcionario.
Las medidas apuntan a inyectar dinero en la economía argentina, que ha sufrido el año
pasado el impacto de un severo ajuste fiscal, al tiempo que podrían ayudar a
recomponer las aún exiguas reservas monetarias del Banco Central, que este lunes
cerraron en 38 mil 949 millones de dólares.
En declaraciones al canal de vídeo en directo La Casa, Caputo aseguró que para el
Gobierno el crecimiento de la actividad económica es una “prioridad” y sostuvo que,
para que esa expansión se consolide, es necesario que haya una inyección de dinero en
la economía.
El ministro explicó que esa ‘remonetización’ no será posible a través de la inyección de
pesos argentinos, dado que el gobierno tiene como política la emisión monetaria
‘cero’, sino que deberá llevarse adelante mediante la inyección de dólares.
CAPUTO: “HAY MÁS DÓLARES QUE PESOS”
Según Caputo, ‘remonetizar’ de este modo es lo más “lógico” porque “hay muchos más
dólares que pesos”.
“En un país normal, si vos gastás, nadie te está pidiendo explicaciones todo el tiempo”,
recalcó el ministro.
Argentina es una economía bimonetaria ‘de hecho’, en la que, si bien hay una moneda
propia, es el precio del dólar estadounidense el que determina las decisiones
cotidianas de inversores, empresas y familias, una obsesión forjada al calor de las
recurrentes crisis financieras del país suramericano.
Desde hace décadas, los argentinos se refugian en el dólar para cuidar lo mucho o
poco que logren ahorrar.
El peso argentino es la moneda oficial desde su creación en 1992 y desde entonces y
durante una década llegó a equivaler a un dólar, el famoso ‘uno a uno’ del régimen de
convertibilidad que implosionó con el estallido de la descomunal crisis económica,
política y social de finales de 2001.