Entre 2022 y 2023, 400 mil personas fueron privadas de su libertad. Muchas detenciones se basaron en prejuicios sobre el origen de las personas
CARLOS RUIZ/PORTAVOZ
FOTO: ALEJANDRO LÓPEZ
La práctica de detener personas en las carreteras por “no parecer mexicanas” no solo violenta los derechos humanos, sino que revela un patrón de discriminación institucional normalizado por el aparato migratorio. Así lo advirtió el Instituto para las Mujeres en la Migración (Imumi), que retomó el caso de cuatro tseltales detenidos en 2015 para exhibir cómo la Ley de Migración ha sido utilizada como una herramienta de perfilamiento racial y étnico.
Aunque la ley permite revisiones migratorias en carretera, en la práctica estas se han convertido en actos cotidianos de hostigamiento, extorsión y detención arbitraria. La experiencia de las personas tseltales, retenidas en Querétaro por “parecer de Guatemala” a pesar de portar identificación mexicana, no fue un error aislado, fue un reflejo del prejuicio que guía muchos operativos del Instituto Nacional de Migración (INM).
Entre 2022 y 2023, el INM ejecutó más de 50 mil operativos que derivaron en la privación de libertad de 400 mil personas. Y si las carreteras son espacios de vigilancia racializada, los aeropuertos también se han transformado en filtros discriminatorios. Casi medio millón de personas fueron rechazadas en aeropuertos entre 2017 y 2024, muchas sin explicación, simplemente por venir de países estigmatizados o tener el tono de piel “incorrecto”.
La sentencia de la Suprema Corte de Justicia en 2022, que declaró inconstitucionales los artículos 97 y 98 de la Ley de Migración, no solo desmanteló parte del andamiaje jurídico de estas revisiones, también hizo visible el componente racista de muchas de estas acciones. El fallo expuso que los operativos se sustentan en estereotipos sobre olor, lengua, color de piel o vestimenta, lo que alimenta una visión jerárquica de la nacionalidad.
El caso de los tseltales, se convirtió en un símbolo de resistencia legal y de dignidad. Pero también deja claro que la discriminación no desaparece con una sentencia. Mientras se vigile la identidad con base en prejuicios, el derecho a transitar en libertad seguirá siendo un privilegio reservado para quienes se ajustan al estereotipo de lo “mexicano”.