Roberto Chanona
Leí por primera vez a nuestro cronista ya entrado en años. Me senté una madrugada y siguieron muchos amanecereshasta terminar los dos tomos en la edición de Porrúa. Me gustó tanto que días después lo retomé con calma para analizar detalles y pronto tuve una visión diferente de la conquista: los victoriosos fueron los de Tlaxcala, quienes habían luchado años contra los mexicas, guerra recrudecida por la muerte del hijo de Moctezuma en manos de los tlaxcaltecas; el verdadero estratega militar fue Xicoténcatl, el viejo, porque reconoció que solo no derrotaría a los aztecas y se alió a Cortés, hombre con armas y estrategias de la Edad Media, para lograr la hazaña.
José Luis Martínez señala: “Tal alianza fue firme porque permitía a los tlaxcaltecas librarse de otra sumisión acaso más opresiva. Estos refirieron a Cortés los rigores a que los sometían los aztecas por no aceptar ser sus vasallos. Como el pequeño señorío estaba enclavado en tierras dominadas por el imperio de Motecuhzoma, los tlaxcaltecas comían sin sal, no vestían ropas de algodón, sino de fibras ásperas y carecían de muchas otras cosas, que no se producían en su tierra, a causa de su encierro, además del periódico hostigamiento guerrero. Por el momento, para ellos parecía una solución forzada esta alianza con los extranjeros, que reconocieron más fuertes que sus opresores”.
Con un talento muy especial, mezclando lo épico y el estilo oral, nada escapó a los ojos de Bernal: lo que encontró en el mercado de Tlatelolco, donde la carne humana estaba a la venta; los travestis, que hoy causan rechazo o morbo, desde esa época ejercían el oficio; el olor de la sangre coagulada cuando subieron al templo de Tezcatlipoca o lo que sucedió el 30 de junio de 1520, al salir cubiertos por la noche bajo una lluvia torrencial. Los vigías alertaron a los guerreros yzumbaron las flechas en el aire dando en el blanco; los relinchos de los caballos resbalando con el oro en los puentes. La lucha, el horror en los rostros de los combatientes, los quejidos de los heridos y el asedio de los aztecas hacen de este relato una noche sublime, pero jamás triste.
Esa noche es una prueba de cuanto terror puede resistir un hombre sin derrumbarse. Es la ferocidad de una sociedad caníbal, como lo era la azteca, en asedio de unos cristianos, igual de feroces, ¡igual de diablos! Esa mezcla, señores, es nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro, de la cual debemos estar siempre orgullosos.
Acerca de Chiapas Bernal reporta que llegó bajo el mando de Luis Marín en 1524 durante la Cuaresma y que comieron ciruelos a la orilla del río Grande. Quizá se refería a los jocotes porque en abril se dan en Chiapa de Corzo. Por él se conoce que los chiapa fueron los guerreros más valientes con quienes había peleado en toda la Nueva España, al grado de que ni los aztecas los habían podido conquistar. Después Marcos Aguilar le dio la encomienda de Chamula en 1527.
Quedé tan impresionado con La verdadera historia que viajéa Tlaxcala y pasé por los pueblos donde Cortés se detuvoantes de llegar a la ciudad de las tortillas. Entonces, ¿cómo es posible que no se haya puesto más interés desde la Independencia, pasando por la Reforma, etcétera, en Bernal Díaz del Castillo? Afortunadamente, Pedro Salmerón lo trajo de vuelta con su libro La batalla por Tenochtitlan, y produjouna serie de videos acerca del tema, ya no con la visión de los vencidos.
Lo interesante del libro de Salmerón es que confronta versiones de cronistas, narraciones canónicas y documentos oficiales para lograr una visión más amplia. Por ejemplo,respecto a la muerte de Moctezuma, Díaz del Castillo, López de Gómara, Fernández de Oviedo y muchos historiadores aseguran que murió por las piedras que lanzaron los aztecas cuando el emperador subió a una azotea para hablar con ellos. Sin embargo, el Códice Ramírez y Alva Ixtlilxóchitlafirman que fue atravesado por una espada. La conclusión es que fue un asesinato en masa de toda la realeza azteca: Cacama, de Texcoco, apuñalado cuarenta y cinco veces, y lo mismo los reyes de Tlatelolco y Tlacopan. Todas esas muertes están documentadas sin el misterio que envuelve a la de Moctezuma.
Gracias a Salmerón pude conocer el libro Indios imaginarios e indios reales de Guy Rozat Dupeyrón y su posición acerca de la visión de los vencidos, la cual a grosso modo señalaque fue escrita por los dominicos para justificar laintervención de Dios en castigo a los pecadores: “Hemos dicho hasta el cansancio que la simbología que impregna a los textos ‘indígenas’ de la conquista remite a una simbología general cristiana y occidental y que, de la misma manera, los signos, profecías, presagios y prodigios, están inscritos en el misterio cristiano. Por lo tanto, el retrato de Motecuhzoma que se desprende de los textos debe estar también inscrito estrechamente en él”.
Para los mexicanos es importante conocer a Bernal Díaz del Castillo porque muestra una versión distinta de aquella en la cual 500 hombres conquistaron un imperio. Si se lee con detenimiento, en casi todos los encuentros bélicos los españoles salieron mal parados; es más, lograron apresar a Cortés y ya se lo llevaban para sacrificarlo cuando uno de sus capitanes lo rescató. También nunca nos hablaron de los miles de guerreros que Xicoténcatl y la alianza indígena aportaron para tal hazaña; algunas versiones hablan de 40 mil guerreros, otras de 80 mil y Cortés habla de 100 mil. Por eso, el libro de José Luis Martínez, una biografía vasta y documentada acerca de Hernán Cortés, bien vale una cena en París.