El derecho al mecanismo de participación quedó en el limbo tras años de suspensiones, primero por falta de condiciones y luego por pandemia
CARLOS RUIZ/PORTAVOZ
FOTO: ALEJANDRO LÓPEZ
Después de casi una década de idas y vueltas, Chilón y Sitalá cerraron, sin resolución ni continuidad, un capítulo que prometía transformar su vida política, la posibilidad de elegir autoridades municipales conforme a sus propias normas. La consulta que en 2017 impulsaron comunidades indígenas de ambos municipios quedó archivada, sin haber alcanzado su objetivo. Lo que alguna vez fue una exigencia colectiva terminó en el silencio de los propios promoventes.
La suspensión formal del proceso no obedece a cuestiones burocráticas. Las condiciones de seguridad y el desinterés institucional jugaron un papel clave en su interrupción, pero fue la falta de seguimiento de los actores comunitarios lo que marcó su extinción. Ni siquiera después de la pandemia, cuando de forma legal pudieron reactivarlo, hubo alguna solicitud para retomar la consulta.
La ruta legal avalada por el Tribunal Electoral del Estado de Chiapas (TEECH) e impulsada por el Instituto Electoral de Participación Ciudadana (IEPC) en coordinación con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) contemplaba estudios antropológicos y radiografías comunitarias para sustentar el cambio de régimen. Pero el proceso electoral de 2018, la emergencia sanitaria de 2020 y la falta de voluntad política congelaron un proceso que ya acumulaba retrasos y dudas.
El hecho de que los promoventes “desaparecieran” de la escena política reveló un fenómeno frecuente, comunidades indígenas luchan por espacios de representación, pero sin estructuras sólidas ni acompañamiento real, muchas iniciativas terminan difuminadas. Y en este caso, el derecho a la consulta, quedó en pausa indefinida.
El IEPC solicitó que se resguarden los derechos de quienes iniciaron la petición. Sin embargo, el abandono del proceso demostró que, en Chiapas, los mecanismos para ejercer la autonomía no siempre encuentran el terreno ni el respaldo necesario para germinar. Y así, el intento de autoorganización en Chilón y Sitalá se convirtió en una promesa incumplida.