Las multas se han convertido en una rutina diaria para automovilistas del centro de Tuxtla Gutiérrez
IVÁN LÓPEZ/PORTAVOZ
FOTO: ALEJANDRO LÓPEZ
La percepción generalizada entre conductores es que agentes de Tránsito Municipal buscan sancionar incluso en situaciones donde cabría margen de tolerancia.
Los testimonios apuntan a una vigilancia casi milimétrica en el centro de la ciudad, donde cualquier distracción breve puede derivar en una multa. Desde estacionarse para comprar alimentos hasta caminar unos metros para localizar un parquímetro funcional, las situaciones cotidianas parecen estar penalizadas sin contemplaciones. Esto ha generado un ambiente de tensión permanente para quienes dependen de su vehículo para trabajar.
Transportistas y automovilistas han comenzado a hablar de cuotas informales de sanciones que, deben cumplir los oficiales para mantenerse en sus cargos. Esta práctica, de confirmarse, no solo pondría en entredicho la integridad institucional, sino que daría paso a una política de recaudación encubierta disfrazada de orden vial. Las calles dejarían de ser espacios de circulación para convertirse en terreno fértil para la sanción.
Además, algunos conductores sospechan de una presunta colusión entre policías y grúas privadas para remolcar vehículos al mínimo pretexto. Las grúas no solo aparecen con rapidez desconcertante, sino que se percibe una relación estrecha con ciertos oficiales que buscan consignar vehículos por fallas mínimas, esto alimenta así una industria paralela basada en el castigo y la ganancia.
Ante el malestar, los conductores no exigen impunidad, sino un enfoque más equilibrado que respete sus derechos como ciudadanos. La vigilancia vial no puede sostenerse en la lógica de la presión y la sanción continua, sino en una estrategia que priorice la prevención, el diálogo y el respeto mutuo.