Roberto Chanona
Lo conocí el segundo día después de que llegué a la ciudad de Besanzón. Compartíamos un departamento en la ciudad universitaria y jugábamos ajedrez por las noches. Él estaba inscrito en la facultad de filosofía y al saber que también estudiaría allí nuestra amistad creció. Luego viajamos a Verona, Pisa y Venecia, donde tomé la foto que les presento.
Lo dejé de ver casi seis meses, el tiempo que me llevó perfeccionar el idioma, y un día me lo encontré en la calle muy enfermo. Acabo de llegar de Nigeria y no encuentro un departamento, me dijo, con una fiebre altísima. Inmediatamente le ofrecí mi casa y se fue a vivir ahímientras encontraba un lugar para acomodarse. Nos seguimos viendo en la facultad y jugábamos ajedrez en la cafetería contra Ameth, un argelino que había sido seleccionado por su país para jugar internacionalmente.
Pasó otro año y un día me encontré en la calle sin casa nidinero. Lo fui a buscar y le conté mi situación.Inmediatamente me dijo: Roberto, mi casa es tu casa. Pasaron los días y una mañana encontré a Olu muy feliz sin razón aparente. Fue así como después de una amistad de dosaños me confesó que lo habían nombrado teniente coronel de la armada y que pertenecía a la guardia presidencial de su país. Me fui de espalda, desconcertado, no daba crédito, estaba ante un militar de alto rango que hacía una maestría sobre la Filosofía de la Luz (Descartes) y escribía poemas.Mi interés creció al grado que le pregunté: Olu ¿cómo te permite el Gobierno estudiar filosofía? Entonces él me confesó que reportaba a su país que estudiaba Administración de Empresas y que estaba inscrito en esa facultad para estudiar lo que en realidad le gustaba.
A veces por las noches lo veía escribir en un cuaderno que guardaba celosamente; me acercaba muy discreto y me daba cuenta de que se trataba de poemas en inglés. Por las mañanas, los días de sol, nos sentábamos en la margen del río y platicábamos sobre Nietzsche, sobre el bailarín que habitaba internamente en su personaje Zaratustra, sobre la influencia de Schopenhauer, sobre las conclusiones de su maestría y que el marqués de Sade no había aportado gran cosa a la Filosofía de la Luz.
Antes de partir hacia París le pedí de favor que me escribiera uno de sus poemas en mi diario y así me dejó cinco en inglés con una dedicatoria muy hermosa. Esa fue la última vez que lo vi. Pasaron los años y hace poco, pensando que posiblemente fuera un alto funcionario en su país, lo busquéen Internet y encontré esta noticia publicada por Amnistía Internacional:
JUICIO POR TRAICIÓN CELEBRADO EN 1998
175. El llamamiento de seguimiento señalaba al teniente general D. Oladipo Diya, el mayor general Abdulkarim Adisa, el mayor general Tajudeen Oanrewaju, el mayor Olusegun Fadipe, el teniente Coronel Olu Akinyode y Bola Adebanjo como personas que se enfrentan con una ejecución inminente tras unas condenas según los informes injustas (30 de abril de 1998).
El teniente coronel Oladipo Diya, subjefe del Estado, manifestó que las autoridades le habían tendido una trampa deliberadamente. Según el testimonio de algunos exagentes de las fuerzas de seguridad, una semana antes de su detención, había sido víctima de un intento de asesinato, ordenado por el Gobierno. Tras la muerte en junio de 1998 del general Abacha, las condenas a muerte dictadas contra el general Diya y otros cinco acusados fueron conmutadas.
Entre los liberados estaba Niran Malaolu, director de un periódico, que permaneció en régimen de incomunicación los 15 meses que estuvo recluido. Niran Malaolu ha informado de que durante este tiempo fue sometido a patadas y golpes de forma habitual. En la lista de personas liberadas, aunque con carácter «póstumo», aparecía el nombre del teniente coronel Olu Akinyode, que murió en prisión en diciembre de 1998 en circunstancias sin explicar.
Aunque han transcurrido muchos años, la noticia me tomó por sorpresa. No podía creer que un hombre con los valores de mi amigo Olu, poeta y filósofo, fuera un golpista. Busqué más información y encontré que estos militares de alto rango estaban por la democracia de su país. Les montaron el teatrito de un golpe de Estado (diciembre de 1997, a unos días de una supuesta elección) para condenarlos a muerte por no estar de acuerdo con el general Abacha. Y fue hasta 1999cuando la democracia llegó a Nigeria.
Así pues, me fui a buscar en mi diario de esa época y encontré cinco poemas que un 13 de febrero de 1981 Olu Akinyode escribió para sellar nuestra amistad. Para honrar su memoria publico uno de ellos donde vaticina la llegada de la democracia a su país.
ESCUCHA Y MIRA
Escucha al sol
hablando
de tiempos solo verdad.
Mira al sol
comiendo,
un bastardo para alguien más.
Mira al sol
marchando
del norte al sur, ganando tiempo.
Escucha al sol
predicando
la llegada de mejores días.
13 febrero 1981.
Traducción: María Elena León Farrera.