Por Omar Gasca
Independientemente de la teoría de la comunicación que se siga, los componentes básicos de un proceso comunicativo involucran al emisor, el mensaje, el canal (el medio por el que se transmite el mensaje), el código (el sistema de signos usado), el contexto, el ruido (interferencias físicas, culturales, psicológicas y otras que distorsionan el mensaje) y la retroalimentación (feedback), es decir la respuesta implícita o explícita del receptor.
Comunicar significa compartir algo, hacer a otrospartícipes de lo que se es, se piensa, se hace. “Poner en común” involucra un alguien, un algo y otro alguien, individual o colectivo. Lo que se comunica son, recurrentemente, ideas, sentimientos y significados; posturas, preferencias, afirmaciones, negaciones y actitudes que se adoptan respecto de distintos hechos o asuntos.
Todos comunicamos, incluso involuntariamente, porque toda acción, e incluso toda inacción, comunica algo. Hay comunicaciones visuales, verbales y no verbales: comunica el sonido, la imagen, el símbolo, el signo, el gesto, la postura, la seña, la mirada, el habla, el tono y el silencio. Comunica lo que vestimos, lo que adquirimos, los objetos de que nos rodeamos, la distancia que interponemos entre un interlocutor y nosotros.
¿Que comunica el artista? Intencionalmente, de modo accidental o inconscientemente, la obra de artesiempre expone al autor, lo pone fuera, y al ponerlo fuera comunica parte de lo que es; con qué se identifica, qué tendencias o preferencias tiene y, parcialmente, qué entendimientos yacen en su quehacer y resultados en torno a los asuntos sociales, políticos y económicos y con relación a otros fenómenos y conceptos: espacio, universo, tiempo, placer, sufrimiento, vida, conciencia, poder, justicia, muerte, pensamiento, amor… Su obra, directa o indirectamente, reproduce la ideología dominante, o se le opone. Muchos artistas adjetivan la realidad o aspectos de ella, lo que se relaciona con la Teoría del Encuadre (Goffman y Entman, entre otros), que consiste en “encuadrar” un tema, en presentarlo de un modo tal que influya de un cierto modo en la percepción del público.
Para algunos artistas es suficiente con que el arte sea un medio de expresión de emociones, pensamientos, vivencias y conflictos personales internos, y hay quien crea solo por el simple placer de hacerlo. Su obra es o pretende ser un reflejo de su mundo interior o de sus gustos y preferencias.
Otros, conciben el arte como un dispositivo de reflexión, análisis, crítica y denuncia que les permite visibilizar y señalar injusticias y distinta clase de problemas, generar conciencia o promover actitudes críticas. Algunos de ellos, claramente, empatan con el proceso conocido como “disputa por el sentido”, que refiere a debatir la imposición de interpretaciones o significados de un concepto, idea, hecho o práctica, en un contexto de lucha por el poder.
Suscritos a una visión sensorial y contemplativa, algunos artistas se orientan a privilegiar el contenido estético, a propiciar placer visual, mientras que algunos más crean narrativas, reales o fantásticas, historias personales o colectivas, relatos locales, regionales o universales.
Lo otro es hacer de la obra un recurso para examinar y comunicar conceptos propios de lo intangible, de dimensiones místicas o espirituales, abordando temas sobre lo divino, lo universal y lo eterno, y hay también quien, movido por el asombro, revela fenómenos de la realidad física, o indaga sobre ellos, desde una óptica peculiar.
Con intención o sin ella, un artista comunica y, al hacerlo, puede generar una conexión con el público y, más todavía, producir una reacción, afectiva, intelectiva o ambas. Frecuentemente, esto último ocurre cuando se advierte que el artista tiene algo que decir, explorar o sugerir.
De cualquier modo, comunicar y hacerlo desde el arte es un proceso esencial para el crecimiento personal, la vida social, el entendimiento y respeto recíprocos, el desarrollo de la sensibilidad, la construcción de ciudadanía, la cultura y la evolución de las sociedades. De acuerdo con la corriente de la sociología interpretativa denominada “interaccionismo simbólico”, nombre acuñado por Herbert Blumer, pero basado en ideas anteriores de George H. Mead, la comunicación, la puesta en común de significados, crea realidad social.