La plaga del gusano barrenador ha generado pérdidas millonarias al sector ganadero nacional y
regional
CARLOS RUIZ/PORTAVOZ
La posible reapertura de la planta de producción de moscas estériles en Tapachula no solo
representa una oportunidad para enfrentar la crisis del gusano barrenador del ganado, sino
también un respiro laboral para al menos 400 extrabajadores especializados. Este grupo cuenta
con la experiencia y conocimiento técnico para reactivar un proyecto que en su último ciclo
empleó a 870 personas y produjo millones de moscas estériles para controlar la plaga. Reactivar la
planta con este capital humano disminuiría costos y tiempos comparado con capacitar personal
nuevo, lo que podría llevar años y requeriría mayor inversión.
En México, el gusano barrenador del ganado ha generado pérdidas económicas millonarias. Según
datos oficiales de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER), las afectaciones superan
los 200 millones de dólares anuales solo por las restricciones a la exportación y daños al hato
ganadero. En Chiapas, más de 12 mil productores y ganaderos enfrentan los efectos directos de
esta plaga, que afecta a más de 1.2 millones de cabezas de ganado, esto sitúa al estado como uno
de los más afectados en el país.
El programa de mosca estéril, respaldado por el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad
Agroalimentaria (SENASICA), ha demostrado ser una estrategia eficaz para controlar la plaga.
Antes de su cierre en 1999, la planta de Tuxtla Gutiérrez producía al año alrededor de 250 millones
de moscas estériles. Con la inversión de 21 millones de dólares anunciada, se proyecta alcanzar
cifras similares en el corto plazo, permitiendo ampliar la cobertura en las zonas ganaderas de
mayor riesgo en Chiapas y estados vecinos.
Rehabilitar la planta existente en Tapachula es, además, la opción más eficaz desde el punto de
vista económico. Según estimaciones de la SADER, construir una planta nueva implicaría un gasto
adicional del 40 por ciento y retrasos de hasta dos años para alcanzar la producción necesaria. En
contraste, con la infraestructura y personal calificado disponibles, la planta podría estar operativa
en apenas 90 días.
El retorno de extrabajadores no solo implicaría una inyección de mano de obra calificada al
proyecto, sino también un mensaje claro sobre la importancia de conservar el conocimiento
técnico local para combatir problemáticas agropecuarias. Este esfuerzo, tiene el potencial de
transformar la crisis del gusano barrenador en una oportunidad para reactivar la economía
ganadera y preservar empleos en la región.