Nuevos asentamientos en la periferia carecen de transporte y planeación, lo que aumenta la vulnerabilidad ante inundaciones
CARLOS RUIZ/PORTAVOZ
FOTO: ALEJANDRO LÓPEZ
San Cristóbal de Las Casas ha experimentado una expansión urbana en los últimos 14 años. La gentrificación en su centro histórico ha desplazado a cientos de familias hacia la periferia, donde la mancha urbana ha crecido en 581.33 hectáreas, según datos de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu). El encanto colonial y el auge turístico han convertido viviendas tradicionales en hoteles, restaurantes y residencias para extranjeros, esto eleva los costos del suelo y obliga a los residentes de bajos ingresos a buscar refugio en zonas alejadas.
La ciudad ha crecido hacia el poniente, norte y oriente, siguiendo corredores como el Periférico Norte. Colonias como Huitepec, Las Nubes y San Juan del Bosque han absorbido a los desplazados urbanos, mientras que localidades rurales como Corazón de María y Canaán registraron el mayor aumento poblacional. Sin embargo, esta expansión ha sido desordenada, con asentamientos en zonas de alto riesgo y carentes de infraestructura básica.
Las consecuencias de esta dispersión son profundas. La falta de servicios públicos, transporte eficiente y planeación urbana ha incrementado la desigualdad. Mientras el centro de la ciudad se embellece con inversiones privadas, en la periferia crecen los problemas de acceso a agua potable, saneamiento y movilidad. Además, el crecimiento urbano ha invadido áreas naturales, lo que aumenta la vulnerabilidad ante inundaciones y deslaves.
Frente a este panorama, la Sedatu planteó estrategias para frenar la expansión caótica. La rehabilitación de espacios subutilizados en el centro es una opción para contener la especulación, al igual que la densificación en zonas consolidadas mediante incentivos fiscales. Otra alternativa es consolidar un nuevo polo de desarrollo en Corazón de María, para equilibrar el crecimiento y reducir la presión sobre otras áreas.
El reto es grande: encontrar un modelo de desarrollo que no repita los errores de la periferia. San Cristóbal enfrenta una encrucijada entre preservar su identidad, garantizar vivienda digna para sus habitantes y evitar que el progreso beneficie solo a unos cuantos. El futuro de la ciudad dependerá de políticas urbanas que prioricen la equidad y la sustentabilidad antes que el crecimiento desmedido.