Los empleados se ven afectados por el incumplimiento de quincenas. La falta de respuesta podría generarmovilizaciones
IVÁN LÓPEZ/PORTAVOZ
Los trabajadores del ayuntamiento de Rayón se encuentran al borde del paro debido al incumplimiento en el pago de sus salarios. Desde que comenzó la administración de Domingo González Trejo, los empleados han recibido solo abonos parciales, lo que ha generado un ambiente de incertidumbre y frustración. El adeudo actual alcanza las dos quincenas, y la respuesta de la tesorería ha sido insatisfactoria, sin una fecha clara para el pago completo.
Según los denunciantes, aunque se les pagó un pequeño abono correspondiente a la quincena del 30 de enero, ya ha pasado la quincena del 15 de febrero y aún no han recibido el pago debido. Para muchos, este sueldo es la única fuente de ingresos, lo que agrava aún más la situación, dado que las promesas no se están cumpliendo. Los empleados se sienten abandonados, puesto que, consideran, la administración no tiene la voluntad de resolver el problema.
La molestia ha crecido tanto que algunos trabajadores aseguran que, si no reciben el pago en las próximas horas, se verán obligados a tomar medidas más drásticas. En su desesperación, los afectados pidieron la intervención del Congreso del Estado y del gobernador, toda vez que la situación ha alcanzado niveles insostenibles. La falta de respuesta ha dejado a los trabajadores en una situación precaria, sin opciones de acción ante el incumplimiento.
Lo que más inquieta a los empleados es que, en lugar de encontrar soluciones, las autoridades municipales les responden que aún no hay fecha para el pago, lo que incrementa la desconfianza en el Gobierno municipal. Este panorama de incertidumbre afectó la moral de los trabajadores y puso en riesgo los servicios que depende del ayuntamiento, dado que un paro afectaría las actividades cotidianas de la comunidad.
El presidente municipal, que durante su campaña fue visto como una figura que representaría la esperanza para el municipio, hoy se enfrenta a una crisis de confianza entre los empleados que lo ven como la causa de su sufrimiento económico. La presión sobre su administración crece cada vez más, mientras los trabajadores aguardan una solución que permita evitar una paralización de actividades en Rayón.