Expertos advirtieron que, sin hablantes, las expresiones originarias se extinguen con cada generación
IVÁN LÓPEZ/PORTAVOZ
FOTO: ALEJANDRO LÓPEZ
En Chiapas, donde se habla la mayor cantidad de lenguas indígenas en México, la amenaza de desaparición de estos idiomas avanza sin condición. Factores como la migración, el desplazamiento forzado y la violencia han reducido el número de hablantes, lo que deja en riesgo dialectos como el mochó, cuya comunidad apenas alcanzaba los 120 hablantes antes de la pandemia. La falta de actualización de estos datos solo agrava la incertidumbre sobre su futuro.
La protección de las lenguas maternas no es solo una cuestión lingüística, sino una lucha por la preservación de la identidad de los pueblos originarios. Durante el siglo XIX, la discriminación y la imposición del español minaron su uso, y hoy, la modernidad y el desinterés de las nuevas generaciones aceleran su extinción. Sin hablantes, las lenguas pierden su razón de ser, advirtieron expertos.
El reto no se limita a documentarlas, sino a garantizar que se transmitan de generación en generación. La enseñanza bilingüe con enfoque en gramática y cultura es una de las estrategias más mencionadas, pero enfrenta barreras en las propias comunidades, donde algunos jóvenes prefieren desvincularse de su herencia lingüística por presiones sociales.
Los especialistas insistieron en que la clave es cambiar la percepción sobre estas lenguas, dándoles el valor que merecen. Más allá de un simple medio de comunicación, representan cosmovisiones, conocimientos ancestrales y una conexión con la tierra. Fortalecer su uso en la vida cotidiana, en la educación y en los espacios públicos es una tarea urgente.
La desaparición de una lengua no es solo la pérdida de palabras, sino de una historia y un legado. Protegerlas requiere compromiso no solo de las instituciones, sino de la sociedad en su conjunto. Preservarlas es más que un acto de memoria: es un acto de resistencia cultural.