Con más de 71 mil mujeres dedicadas a actividades del hogar, Chiapas es una de las entidades
con mayor contratación de adolescentes
CARLOS RUIZ/PORTAVOZ
El trabajo doméstico sigue siendo una de las ocupaciones más precarias en México, en especial en
Chiapas. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), el estado ocupa el
segundo lugar a nivel nacional en la contratación de adolescentes de 15 a 17 años para este tipo
de empleo, con un alarmante 30 por ciento. Este fenómeno refleja una profunda desigualdad
estructural que afecta a las trabajadoras del hogar, en específico a las mujeres y jóvenes.
El 97.4 por ciento de las trabajadoras domésticas en el estado se encuentran en la informalidad,
sin acceso a prestaciones sociales ni seguridad social. La falta de regulación hace que las
condiciones laborales sean más vulnerables, lo que agrava aún más la situación de precariedad. En
el estado, muchas trabajadoras enfrentan extensas jornadas laborales, pero siguen siendo
invisibilizadas en términos de derechos laborales.
A pesar de la alta demanda de trabajadoras domésticas, los salarios siguen siendo bajos. En la
entidad, muchas mujeres y adolescentes ganan por debajo de lo que sería un salario digno, lo que
perpetúa un ciclo de pobreza. La diferencia salarial también es notable entre hombres y mujeres
en el sector, con los hombres recibiendo más a pesar de tener niveles educativos similares.
Un dato preocupante es el aumento del trabajo infantil en comunidades rurales o migrantes.
Niñas de tan solo ocho o nueve años llegan a trabajar en casas ajenas, expuestas a condiciones de
abuso y explotación. Esta realidad, casi invisible para las autoridades, representa una grave
violación a los derechos humanos de las más jóvenes.
Para frenar esta problemática, es urgente implementar políticas públicas que protejan a las
trabajadoras del hogar, erradiquen el trabajo infantil y promuevan la formalización de este sector.
La falta de acceso a derechos básicos, como la salud o la seguridad social, pone en evidencia la
necesidad de un cambio estructural que garantice condiciones laborales dignas para todas las
trabajadoras.