De 300 plantas de tratamiento en la entidad, la mayoría están abandonadas o fuera de funcionamiento
CARLOS RUIZ/PORTAVOZ
FOTO: ALEJANDRO LÓPEZ
Chiapas es un estado rico en agua, pero para miles de habitantes, el acceso a este recurso sigue siendo incierto. De los 124 municipios, 80 no cuentan con un plan hídrico para garantizar el suministro y saneamiento. En comunidades rurales e indígenas, la situación es aún más crítica. Muchas familias dependen de fuentes contaminadas o de lluvias irregulares. La falta de infraestructura ha perpetuado un problema que sigue sin resolverse.
Ocho de cada 10 ríos en la entidad están contaminados por aguas residuales sin tratar. Aunque existen 300 plantas de tratamiento, la mayoría están en el abandono. Esto pone en riesgo la salud de miles de personas expuestas a enfermedades. La contaminación reduce la disponibilidad del agua para el consumo humano. Sin saneamiento, la crisis se agrava en las regiones más vulnerables.
El reparto del agua también es desigual, lo que incrementa la escasez. El 82 por ciento del recurso se destina a la agricultura, solo el 16 por ciento a la población. En Tapachula, más de 100 mil personas padecen desabasto constante. Muchas familias dependen de pipas o pozos irregulares. Sin regulación ni control, el problema se intensifica cada año.
El 20 por ciento de la población chiapaneca, es decir, 1.2 millones de personas, no tiene acceso al agua. La falta de inversión ha impedido mejorar la infraestructura hídrica. Sin un plan de acción, los municipios seguirán sin soluciones concretas. Garantizar el derecho al agua sigue siendo un reto pendiente. La crisis avanza sin que se tomen medidas efectivas.
La gestión deficiente es la raíz del problema. No se trata solo de escasez, sino de un mal manejo del recurso. Sin estrategias de distribución ni saneamiento, la crisis persistirá. La contaminación, el desperdicio y la falta de acceso afectan a miles de personas. Se necesita una solución integral para frenar este escenario alarmante en la entidad.