José Luis Castillejos
Luis Armando Melgar no está improvisando. Sus discursos, silencios y críticas tienen dirección. En un escenario donde las lealtades suelen disfrazarse de disciplina, él ha optado por trazar su propio perfil, sin romper, pero marcando distancia.
Su señalamiento directo al senador Pepe Cruz no es gratuito. Hablar del sistema de salud en Chiapas es tocar una herida abierta. La gente lo padece. Y Melgar, al asumir una postura crítica, se presenta como alguien dispuesto a incomodar a sus aliados si eso lo acerca a la ciudadanía.
Aunque el Partido Verde sigue en la alianza gobernante, Melgar ha comenzado a construir un discurso paralelo. No se trata de ruptura, pero sí de diferenciación. Su tono es más directo, más combativo.
No busca la Gubernatura, ya en manos de Eduardo Ramírez. Pero se está posicionando como un actor influyente. Su mira está en el Senado, el liderazgo de bancada o algún cargo de articulación política federal.
Con Claudia Sheinbaum en la Presidencia, Melgar ha entendido que es momento de reconfigurar alianzas, de ampliar su margen dentro del bloque en el poder. No quiere ser solo operador: aspira a ser rostro, voz y puente.
También quiere blindar al Partido Verde en Chiapas frente al desgaste que arrastra a los partidos oficialistas si no se diferencian. Para eso, impulsa una propuesta ética, eficiente y cercana al malestar ciudadano.
Piensa en el futuro, sin perder de vista el presente. Busca estar en la mesa de decisiones, no como invitado ocasional, sino como interlocutor con peso propio. Por eso se mueve, denuncia y se expone.
Luis Armando Melgar no quiere seguir en la sombra de nadie. Sabe que para destacar no basta con sumar votos. Hay que tener voz, causas y una historia que contar. Y él ya empezó a contar la suya.