Campesinos en la Sierra y el Soconusco denuncian falta de reglas claras y abandono del programa
CARLOS RUIZ/PORTAVOZ
FOTO: ALEJANDRO LÓPEZ
La pausa indefinida del programa Sembrando Vida en Chiapas ha comenzado a mostrar consecuencias visibles entre las comunidades rurales de la Sierra y el Soconusco. Más de 20 mil campesinos llevan medio año sin claridad sobre su futuro productivo, sin reglas de operación y sin canales de venta para sus cosechas. Lo que fue una estrategia para detonar la autosuficiencia en el campo, hoy opera en completo silencio institucional.
En los 26 municipios donde el programa tenía presencia, las hectáreas de aguacate, cacao, café, maíz y árboles maderables han quedado a merced de la incertidumbre. La suspensión de los mercados ecológicos que antes conectaban a los productores con consumidores sin intermediarios ha cortado una de las principales fuentes de ingresos para las familias rurales. Ya no hay dónde colocar el producto, y lo poco que se cosecha, se malbarata o se pierde.
La estructura que sostenía a Sembrando Vida ha quedado sin funciones, sin información clara y sin rumbo. A los productores solo les repiten que el programa continuará, pero sin fechas ni lineamientos concretos, ese “continuará” suena más a consuelo que a certeza. Las parcelas esperan y los campesinos, también.
En municipios como Huixtla o Tapachula, donde operaban mercados ecológicos regulares, la economía local ha sentido el vacío. El flujo de dinero que circulaba con cada jornada de venta directa, alrededor de 200 mil pesos por edición, desapareció, lo que afectó no solo a los campesinos, sino también al comercio secundario que giraba en torno a esos eventos.
La parálisis de Sembrando Vida no es solo una pausa técnica, es una alerta social en una región donde el campo representa no solo sustento, sino identidad. Cada semana que pasa sin respuestas erosiona un poco más la confianza de quienes apostaron por una propuesta que prometía sembrar futuro, pero que hoy, en Chiapas, parece haberse quedado sin raíz.