La protesta exigió la abrogación de la Ley del ISSSTE y el cumplimiento de acuerdos firmados con el gobierno federal
CARLOS RUIZ/PORTAVOZ
FOTO: ALEJANDRO LÓPEZ
El magisterio chiapaneco inició este miércoles una nueva jornada de protesta que tuvo su punto más alto con una megamarcha en Tuxtla Gutiérrez. Mientras las clases se suspenden en todo el estado, docentes de distintas regiones afinaron detalles para sumarse al paro nacional convocado por el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación y la Coordinadora Nacional de la Educación (SNTE-CNTE)este 15 de mayo, fecha en la que, se celebra el Día del Maestro.
Con salidas desde Los Altos de Chiapas y otros puntos del estado, miles de maestros se movilizaron en camiones y vehículos rumbo a la capital chiapaneca, mientras otro contingente avanzó hacia la Ciudad de México. La exigencia principal es la abrogación de la Ley del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), aunque la agenda de lucha también incluye demandas históricas, como el cumplimiento de acuerdos pendientes y el cese de la represión.
Los padres de familia, sin embargo, expresaron su creciente inconformidad. Para ellos, estas protestas han perdido el sentido de urgencia y se han vuelto parte del calendario escolar no oficial. Reclamaron que los más perjudicados son los estudiantes, en especial quienes están por egresar y ven afectado su cierre de ciclo.
En medio de esta tensión, el magisterio ha planteado reuniones con madres y padres de familia para explicar sus motivos, pero la empatía parece escasa. La población comienza a cuestionarse si la lucha sindical mantiene su fuerza o si se ha desgastado en una dinámica que se repite sin cambios sustanciales ni mejoras visibles en el sistema educativo.
Aun así, el mensaje del magisterio es claro, sin presión no hay diálogo. Y en esa lógica, Tuxtla Gutiérrez se convirtió en el escenario donde se puso a prueba no solo la resistencia docente, sino también la paciencia de una ciudadanía que carga con los costos de una disputa que parece no tener fin. La incertidumbre sobre cuántos días más permanecerán sin clases alimenta el descontento en las aulas y en los hogares.