Autoridades locales denunciaron omisión estatal frente al aumento de agresiones, venta de drogas y riesgos en su territorio
IVÁN LÓPEZ/PORTAVOZ
FOTO: ALEJANDRO LÓPEZ
Frente a una creciente sensación de inseguridad, los habitantes de Tzajalch’en, en el municipio de Chenalhó, realizaron una jornada de oración ecuménica para resistir el miedo y sostener su lucha por la paz. La comunidad, integrada por hombres, mujeres, niñas, niños y ancianos, se congregó este sábado 14 de junio para pedir protección y alzar la voz ante las amenazas que han puesto en riesgo a sus autoridades y a su población.
Lejos de ser una actividad simbólica, este acto reafirmó el papel que las comunidades originarias han asumido como guardianas de la paz en medio de un entorno donde la violencia se infiltra incluso en los territorios más apartados. Tzajalch’en, como otras comunidades tsotsiles, ha vivido procesos de organización civil desde 1994 y mantiene la resistencia como forma de vida. Hoy, temen que la historia de Acteal se repita.
El riesgo no es imaginario. Según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, Chiapas ha registrado un aumento del 13.5 por ciento en delitos contra la vida en zonas rurales durante el último año. A esto se suma que, de acuerdo con el Censo de Gobierno y Seguridad Pública Municipal 2023 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), solo el 48 por ciento de los municipios en el estado cuenta con cuerpos policiales con cobertura en comunidades indígenas. Esta brecha institucional profundiza la desprotección.
La jornada también visibilizó la falta de respuesta efectiva del Estado para contener la venta de drogas y armas, fenómenos que han permeado el tejido comunitario. Datos del Observatorio Nacional Ciudadano muestran que en Chiapas el narcomenudeo creció un 19 por ciento en zonas rurales entre 2022 y 2024, mientras que la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE) señaló que 67 por ciento de los chiapanecos desconfía de las instituciones de justicia.
Tzajalch’en busca dejar un legado de resistencia pacífica a sus hijos, a pesar del abandono institucional y las amenazas crecientes. Su jornada de oración no fue un acto menor, sino una muestra de dignidad y memoria colectiva. La comunidad continúa en pie, puesto que, apuesta por la justicia desde su territorio y exigen que se respete su derecho a vivir sin miedo, como lo establece el artículo dos de la Constitución.