La discriminación y miedo limitan el ejercicio pleno de los derechos en la comunidad LGBTI+
CARLOS RUIZ/PORTAVOZ
FOTO: ALEJANDRO LÓPEZ
En Chiapas, el derecho al matrimonio igualitario es legal, pero su ejercicio sigue siendo una excepción. A pesar de los avances normativos, la entidad se posiciona como la tercera con menos registros de matrimonios entre personas del mismo sexo, según datos recientes del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). Esta baja cifra no refleja una ausencia de diversidad, sino una mezcla de prejuicios persistentes, vacíos institucionales y entornos sociales adversos para la comunidad LGBTI+.
La brecha es profunda si se considera que el 94 por ciento de los municipios chiapanecos carecen de programas locales para la atención y protección de la población LGBTI+, de acuerdo con un informe del Consejo Nacional Para Prevenir la Discriminación (CONAPRED). En paralelo, la organización Yaaj México documentó que la región es una de las cinco entidades con mayor número de denuncias por discriminación en procesos civiles relacionados con orientación sexual o identidad de género entre 2021 y 2023.
El miedo a la visibilidad sigue siendo una constante. Una encuesta de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) reveló que el 63 por ciento de las personas LGBTI+ en el estado evitan acudir a instituciones públicas por temor a discriminación. Este dato ayuda a explicar por qué, a pesar de los derechos ganados, el acceso a los mismos continúa limitado por barreras sociales y culturales arraigadas.
El bajo número de matrimonios igualitarios no solo habla de lo que falta en cifras, sino también de lo que no se ha trabajado en lo simbólico. Mientras que en Ciudad de México los matrimonios entre personas del mismo sexo representan el 4.8 por ciento del total, en la comarca apenas llegan al 0.2 por ciento. Esta diferencia no se justifica por población, sino por contexto, falta de campañas, capacitación a funcionarios, acompañamiento jurídico y acciones afirmativas reales.
A contracorriente de los discursos oficiales sobre inclusión, la realidad evidencia una deuda con la igualdad sustantiva. El matrimonio igualitario no debería medirse solo por su legalidad, sino por su ejercicio libre y digno. Que las cifras sigan tan bajas, es señal de que la ley ha llegado, pero aún no ha sido acogida por la sociedad que debería respaldarla.