Gimnasios, bares diurnos y salones de fiesta son los principales sancionados por molestias excesivas
CARLOS RUIZ/PORTAVOZ
FOTO: ALEJANDRO LÓPEZ
El ruido excesivo no solo afecta la calidad de vida, sino que también es un foco constante de conflicto entre vecinos y comercios. En respuesta, la Secretaría de Medio Ambiente y Movilidad Urbana mantiene una vigilancia estricta sobre los niveles de sonido, al aplicar multas basadas en mediciones oficiales que respetan límites máximos establecidos para cada horario.
De acuerdo con el director jurídico ambiental, José María González Macías, negocios como gimnasios, bares diurnos y salones de fiesta son los principales focos de infracción. Los límites permitidos varían, durante el día, el tope es de 60 decibeles, pero por la noche se reduce para preservar el descanso de la comunidad. Las sanciones se activan solo tras una medición técnica precisa.
Estas medidas se enmarcan dentro de un contexto nacional donde, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), el 35 por ciento de los mexicanos considera el ruido como una de las principales fuentes de molestia en sus hogares, lo que evidenció la necesidad de regulaciones firmes para mejorar la convivencia urbana. Además, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomendó no superar los 55 decibeles en áreas residenciales durante el día para evitar impactos en la salud.
Para fortalecer la aplicación de la norma, la autoridad fomenta quejas y denuncias ciudadanas, que pueden presentarse en las oficinas oficiales o en plataformas digitales. Estudios del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) señalaron que la exposición prolongada a niveles superiores a 70 decibeles incrementa el riesgo de trastornos auditivos y psicológicos en un 20 por ciento, lo que refuerzala importancia de mantener los límites bajo control.
Asimismo, las verificaciones periódicas y el equipamiento especializado para medir decibeles consolidan la estrategia para minimizar el ruido urbano. Datos de la Secretaría de Medio Ambiente Federal indicaron que, en las últimas dos décadas, la implementación de políticas similares ha reducido en un 15 por ciento la incidencia de quejas por contaminación sonora en áreas metropolitanas, aunque el reto persiste, en especial en zonas con alta actividad comercial y recreativa.