Roberto Chanona
¿Tradición o Conmemoración?
Siempre había creído que el combate naval que se celebra el 21 de enero de cada año en
Chiapa de Corzo, databa del siglo XIX. Pensaba que, quizá los románticos de esa época
queriendo conmemorar la guerra contra los españoles, habían inventado dentro de la Fiesta
Mayor, dicho combate. Pero había algo que no quedaba claro: ¿cómo era posible que un
pueblo celebrara una derrota? Afortunadamente, el Dr. Fernán Pavía Farrera nos ayudó
resolver estas dudas en su libro titulado: Combate Naval en Chiapa de Corzo ¿Tradición o
Conmemoración?
La primera mención del Combate Naval que aparece en los libros de historia, data de 1626 por
el fraile de origen irlandés Thomás Gage, cordero descarriado de una misión hacia Filipinas y
espía de la corona inglesa. De Antequera (Oaxaca) salió dicho fraile dominico en mula hacia las
tierras de los zoques y al llegar a Chiapa nos dice: “La Villa está situada a la margen de un río
caudaloso, donde bogan muchas barcas, y en ellas aprenden a pelear a guisa de combates
navales, ejercicios en que son muy experimentados, sabiendo representar a las mil maravillas
las ninfas del Parnaso, Neptuno , Eolo, y otras divinidades de los paganos, con admiración y
gran contentamiento de todos los indios con sus barcos y canoas forman una armada…
Construyen ciudades y torres de madera que cubren de lienzo pintado, a fin de dar más
apariencia de realidad al artificio, y las bloquean dividiendo sus barcas en dos flotas enemigas,
las cuales se arrojan una a otra cohetes, carretillas y toda especie de fuegos, con tanta
valentía y maña que, si el juego se volviese de veras, harto tendrían de que arrepentirse los
españoles y los frailes, por haberles dado tan buena escuela.”
Pero no quedaba claro si la celebración era costumbre inicialmente preparada por los
españoles, o conmemoración de alguna batalla. Pero el Dr. Pavía encontró una Célula Real de
1558, donde su majestad, el rey Felipe II, ordena una batalla contra los Lacandones y en la cual
participan 600 chiapacorseños y 200 zinacantecos al mando del capitán Gonzalo Dovalle,
caballero fundador de Santiago de Guatemala. Pero estas disposiciones se conocieron hasta el
3 de enero de 1559, en la voz de Juan de Vargas pregonero de la Ciudad de Santiago.
“El rey. Presidente e oidores de la nuestra Audiencia de los Confines. Por carta de don fray
Tomás Casillas, obispo de Chiapa, habemos entendido que el dicho obispado está alterado, a
causa de unos pueblos infieles comarcanos entre los cuales son dos más dañinos, que se
llaman Puchutla y Lacandones. Los cuales, diz que son muy perjudiciales e infestos a la fe.
Porque diz que no hay año que no destruyan y quemaron dos pueblos, el uno a quince leguas
de Ciudad Real de Chiapa: y que segun se han certificado son catorce los pueblos que han
destruido: y que los dichos infieles vienen de noche a dar sobre dicho pueblo, y mataron, y
cautivaron mucha gente, y que a los niños sacrificaron sobre los altares, y les sacaron los
corazones, y con la sangre untaron las imágenes que estaban en la iglesia, y que al pie de la
cruz sacrificaron otros.”
Después de oír esta Cédula Real, deducimos que había suficientes motivos para iniciar una
batalla. Y que el único combate naval real, según los documentos que tenemos, fue el que se
dio contra los lacandones en la laguna Miramar, y lo podemos encontrar en el libro de Fray
Antonio de Remesal:
“Iban pues en las balsas los españoles, los indios de Chiapa las guiaban nadando más de
trescientos pasos, llevando unos hacecillos de carrizo sobre que descansaban en el agua, y lo
hacían tan bien que con una mano guiaban la balsa y en la otra llevaban el arco y flechas, y
atrechos tiraban a los enemigos, zambulléndose en el agua para defenderse de las flechas que
les tiraban…”
El premio por esta batalla fue el perdón de algunos tributos que pagaban los Chiapa y a otros,
les ofrecieron espadas y alabardas, con las que entraron al pueblo muy contentos y honrados
por su triunfo. Algunos trajeron de los lacandones preseas para limpiar su honra y acrecentar
su fama bélica. Pero al parecer el botín no fue lo suficiente benéfico económicamente porque
años después, los españoles organizaron otra entrada a la laguna Miramar y los
Chiapacorseños, se negaron asistir. Los lacandones se refugiaron en un lugar llamado Jaguar
Blanco que se encontraba en la confluencia del río Ixcán y el río Lacantún.
Así pues, agradezco al Dr. Fernán Pavía Farrera por este trabajo de suma importancia para
conocer nuestro pasado histórico. Después de leerlo detenidamente, concluye que el Combate
Naval de Chiapa de Corzo es una conmemoración al triunfo de estos 600 chiapacorseños y 200
zinacantecos en la guerra de 1559, contra los Lacandones. También se puede determinar que
la primera representación conmemorativa de la cual tenemos registro, tuvo lugar en el río de
la Canoa, Grande o actualmente Grijalva, por patrocinio del gobernador Felipe de Guzmán,
para Fiestas en Agua y Tierra al señor de San Sebastián en 1626, como dejó señalado Thomas
Gage en la descripción de su estancia por esta tierra.
Para terminar, me gustaría agregar que platicando con el antropólogo Carlos Navarrete, me
comentó que esta tradición se dejó de hacer por muchos años, y que fue hasta 1905, a través
de don Enrique Santivañez con la colaboración de Aristeo Toledo, que promovieron para que
esta tradición volviese a realizarse hasta nuestros días.