Roberto Chanona
Siempre me he preguntado de dónde viene esa conducta que tienen los políticos, de llegar al
poder y saquear las arcas del estado, o la nación. Al principio, pensaba, que venía del ejemplo de
los caudillos de la revolución, que llegaban a un pueblo y arrasaban con todo. Pero un día leí un
trabajo de Valente Molina titulado Sobre Rieles de Chiapas; ahí Valente documenta el caso del
cierre de la construcción del ferrocarril en 1891. Al llegar Emilio Rabasa como gobernador del
Estado (1891), el saliente, Manuel Carrascosa (1888-1891) había informado de la construcción de
65 kilómetros de vía, cuando en realidad fueron 45; pero, además, Carrascosa aparecía como socio
mayoritario de la compañía que estaba construyendo dicha obra. Entonces, Rabasa ordena el
cierre y lo demanda.
Después de casi 20 años de litigio, imagínense, un juez falló en favor de Manuel Carrascosa. Lo que
nos queda claro, es que dicha conducta de saqueo, no venía de los caudillos, puesto que ya existía
en siglo XIX. Luego me enteré que las encomiendas durante la colonia las otorgaban a las
personas sin importar que no radicaran en el estado; por ejemplo, la encomienda de Chamula se la
dieron a Bernal Díaz del Castillo; la de Chiapa de Corzo se la dieron a Baltazar Guerra que se fue a
vivir a Guatemala. Quizá porque los españoles que vinieron hicieron un acuerdo en la Casa de la
Contratación en Sevilla: La Conquista se hace a base de empresarios que se van a beneficiar por
sus acciones militares. Pero este ejemplo, guardando las proporciones, actualmente tomó otro
cauce: las candidaturas a diputados y senadores de los partidos, se las dan al que tiene la venia del
preciso. Y las plurinominales al que paga más, aunque sea un perfecto desconocido, para que
llegue a la curul y no pierda su inversión.
Pero México tenía oro, plata y muchos minerales valiosos. Así que pronto pasó a ser una conquista
de extracción; una forma de vivir de las rentas, en lugar de trabajar duro; ese fue el ejemplo para
los criollos y luego, para los mestizos. Nosotros somos los herederos de esa conquista de
extracción, de vivir de nuestras rentas, sin trabajar. Por eso en el lenguaje coloquial se escucha: no
me des, compadre, ponme donde hay; o simplemente escuchas: oye ese cabrón está robando…. Y
el otro contesta: déjalo, luego vos vas a llegar y te va tocar.
La conquista de Norteamérica fue totalmente distinta. Ahí no había oro, ni plata, ni piedras
preciosas que extraer; por lo tanto, fue una conquista donde tenían que trabajar. Por otra parte,
no hubo criollos, ni mestizos. Y no eran católicos, sino protestantes. Al respecto John H. Elliott nos
dice: el protestantismo tiende a fragmentarse y por lo tanto no consigue imponerse creando así
una aceptación de la tolerancia como necesidad. El resultado es un pluralismo religioso que
condujo también a un pluralismo en la manera de pensar y de vivir. Para darnos cuenta de la gran
diferencia, treinta y cinco años antes de la Independencia de 1810, el porcentaje de personas que
sabían leer y escribir en Norteamérica era del 90 por ciento, en tanto que en México era del 10 por
ciento.
Ahora no estoy seguro, si esta conducta de saqueo llegó con La Conquista. Porque si nos
detenemos a leer cuidadosamente a Bernal Diaz del Castillo, los aztecas tenían la costumbre de
conquistar pueblos con el afán de llevar cautivos para sus sacrificios y pagaran tributos. Solamente
tenemos que escuchar las quejas del cacique de Cempoala a Cortés, en la que cada año tenía que
mandar muchos hijos e hijas para sacrificar, y otros para servir en las casas y cementeras, y que los
recaudadores de Moctezuma les tomaban a sus mujeres e hijas, si eran bellas, las forzaban… O si
leemos el relato del guerrero Xicoténcatl cuando le dice a Cortés que pensaba que venía de parte
de Moctezuma porque este suele tener muchas astucias y mañas para entrar en sus tierras y
robarles y saquearles… Este abuso, este saqueo, desarrolló un tremendo rencor contra los Aztecas
por parte de los totonacos, tlaxcaltecas y cholultecas. Nos cuenta Diaz del Castillo que luego estos
pueblos se unieron a Cortés, e hicieron lo mismo a los pueblos que estaban con Moctezuma, y que
Cortés se enojó e hizo que devolvieran lo que habían saqueado.
Pienso que La Conquista, fue la continuidad de un comportamiento ya establecido en nuestros
pueblos mucho antes y donde la religión, jugó un papel determinante. El pueblo mexicano fue y ha
sido, un pueblo muy creyente. Esta fe religiosa ha inspirado grandes movimientos como La
Independencia con Hidalgo y su estandarte de la Virgen de Guadalupe; o la Guerra Cristera contra
el gobierno de Plutarco Elías Calles, o como un sometimiento para una explotación degradante.
Pero esta fe religiosa también nos mantuvo en el oscurantismo, no permitió la crítica y, por lo
tanto, México entró muy tarde al modernismo. Octavio Paz lo decía muy claro: sólo en una
atmósfera realmente libre y abierta a la crítica podrán plantearse y discutirse los verdaderos
problemas de México…Toda revolución sin pensamiento crítico, sin libertad para contradecir al
poderoso, es una revolución que se derrota a si misma, un fraude.
La pregunta que nos queda en el tintero es: ¿cómo cambiar este comportamiento tan arraigado en
nuestro ser? Quizá con las nuevas generaciones supongo; pero, mientras no se establezca LA
CRITICA como una norma de pensamiento en nuestros centros de enseñanza, primaria y
secundaria, jamás vamos crecer como personas y mucho menos, como sociedad. Así pues, nos
queda un largo camino que transitar para llegar a ser un pueblo consiente de nuestros actos.
Mientras tanto, seguiremos viviendo en esta anarquía sumamente interesante como fenómeno
social que se da en el territorio donde apareció la luna: México.