Debido a las condiciones, el promedio de vida para chiapanecos es de 73 años, esto motivado por
precariedad en sector salud
CARLOS RUIZ/PORTAVOZ
FOTO: JACOB GARCÍA
En el tejido social de Chiapas, la esperanza de vida se dibuja en 73 años, lo que revela una realidad
que clama por la atención de todos. Los datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía
(Inegi) no solo son estadísticas, sino también llamados a la acción en un estado que se encuentra
por debajo de la media nacional en este indicador vital.
Desde la perspectiva del portavoz de la Asociación Médicos Generales Capítulo Chiapas, Jorge de
los Reyes Herrera, los determinantes sociales son los protagonistas detrás de esta disparidad. La
pobreza, el analfabetismo y la falta de infraestructura médica estatal son los villanos que
amenazan la longevidad de los chiapanecos.
En el paisaje de la mortalidad chiapaneca figuran enfermedades cardiovasculares, diabetes,
tumores malignos, enfermedades hepáticas y los accidentes de tráfico como protagonistas. Una
narrativa de salud pública que clama por intervenciones significativas.
Herrera, con un tono apremiante, destacó la importancia de las acciones preventivas. No obstante,
subrayó con pesar que estas iniciativas a menudo llegan, pero su ejecución es deficiente. Puso
como ejemplo las campañas de descacharrización, donde la participación ciudadana es esencial.
A pesar de campañas para mamografías y unidades móviles en comunidades, la participación a
menudo es insuficiente. Además, destaca la ironía presente en la zona alta, donde, a pesar de las
advertencias sobre el riesgo de consumir refrescos embotellados, estos productos encuentran su
mayor aceptación.
Concluyó enfocándose en la necesidad de involucrar a la ciudadanía desde el inicio de la vida.
Destaca la importancia de los esquemas de vacunación como pilares fundamentales de
prevención, tanto para los pequeños como para los adultos.
En resumen, la salud en Chiapas demanda más que números y estadísticas. Exige una respuesta
colectiva a los desafíos sociales, la mejora de la infraestructura médica y una participación
ciudadana comprometida. La esperanza de vida no solo se mide en años, sino en la calidad de esos
años, y en Chiapas, la batalla por ambos aspectos está en pleno apogeo.