Pescadores locales denunciaron la destrucción de ecosistemas para vender postes, lo que amenaza la biodiversidad
CARLOS RUIZ/PORTAVOZ
FOTO: ALEJANDRO LÓPEZ
La destrucción de manglares en las pesquerías de Tonalá ha alcanzado niveles alarmantes, poniendo en riesgo un ecosistema ya vulnerable. Paredón, San Luqueño La Costa, Cabeza de Toro, Pueblo Nuevo, La Barra, Ponteduro, Manguito y Mojarras son algunas de las zonas más afectadas, donde el corte ilegal de manglares ha aumentado en los últimos días, según denunciaron pescadores locales.
Rogelio Mendoza Ortiz y Javier Hernández Ríos, pescadores de la región, alertaron sobre la venta de los postes de manglar a ganaderos por hasta 30 pesos cada uno. Esta actividad, realizada por algunos de sus compañeros sin conciencia ambiental, agrava aún más la situación de los manglares, que ya enfrentan amenazas naturales, como los intensos calores que secan las raíces, esto ocasiona que poco a poco estos ecosistemas empiecen a desaparecer.
El manglar, vital para la protección de la biodiversidad local, la filtración del agua y la prevención de la erosión, ya se encontraba en peligro de extinción. Sin embargo, el creciente daño causado por la intervención humana ha acelerado su deterioro, lo que ha generado un impacto negativo en los ecosistemas acuáticos que dependen de ellos. La tala indiscriminada no solo afecta el entorno, sino también a los propios pescadores, quienes ven cómo el recurso natural se agota sin que se tomen medidas efectivas para protegerlo.
Los pescadores, temerosos por el futuro de su oficio, han solicitado con urgencia a las autoridades estatales una mayor presencia en la zona, con el fin de evitar la continua destrucción de los manglares. Señalaron que la vigilancia debe intensificarse y que las sanciones a quienes destruyen estos ecosistemas deben ser más severas para evitar la desaparición de un recurso natural que ha sido esencial para su sustento durante generaciones.
Es fundamental que la comunidad, autoridades y pescadores trabajen de manera conjunta para frenar la destrucción de los manglares en la región. Si no se toman medidas inmediatas, el daño será irreversible, lo que dañaría tanto a los ecosistemas locales como a las familias que dependen de ellos para su supervivencia. La protección de los manglares no es solo una necesidad ambiental, sino también una prioridad económica para las generaciones futuras.